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mercoledì 1 febbraio 2023

45ª Romaria da Terra: Tierra y Pan - en defensa de los territorios y la vida



Tierra y Pan: en defensa de los territorios y la vida

 

Paolo Groppo, oficial de Desarrollo territorial, jubilado, FAO, Roma

Aldea Agricultura e Justicia, EOFC

 

nota introductoria

 

Una "remaría", en la tradición religiosa, es una peregrinación a un santuario u otro lugar digno de devoción. En Brasil, la Comisión Pastoral de la Tierra ha comenzado a organizar "romarías" por la tierra, a raíz del Concilio Vaticano II. Mientras las peregrinaciones tradicionales buscan esencialmente el altar y el santo, las romarías de la tierra han introducido la “Palabra”, reflexion, incorporando ritos y símbolos de otras religiones al universo católico. Más que consolar el corazón, buscan la transformación de la sociedad.

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Queridas y queridos,

el título que han elegido para esta remaría, Tierra y pan, es muy significativo y lo es aún más con la referencia gráfica al tema de la agroecología.

 

Junto a Andrei y otros amig@s del grupo Agricultura y Justicia de la iniciativa Economía de Francesco, acertadamente renombrada Economía de Francesco y Chiara por varios grupos latinoamericanos, realizamos un camino de reflexión a partir del tema Tierra, centrándolo en la cuestión de género en agricultura (tierra y soberanía alimentaria) que nos había llevado a preparar una propuesta titulada Alianza Mujer Madre Tierra cuyo mensaje fue enviado al Papa Francisco, gracias a la ayuda de un sacerdote jesuita, Gaël Giraud.(1)

 

Mi mensaje de hoy para Uds. quiere empezar de nuevo desde este punto: la lucha por la tierra y el pan, por la defensa de los territorios y de la vida parte de la cuestión del género, entendida como superación del patriarcado.

 

La agricultura, en su expresión más simple, es la intervención humana sobre un ecosistema natural. Lo transforma y lo pone al servicio de sus necesidades, con métodos y técnicas que han ido evolucionando en el tiempo y el espacio. Si tomamos prestadas las reflexiones de muchos pensadores, en primer lugar Michel Foucault, sobre el tema del poder, podemos estar de acuerdo en decir que, al hacerlo, el hombre establece una relación de poder con el ecosistema natural.

El poder, escribió Foucault, no puede estudiarse a partir de sus formas institucionales y jurídicas, de los conceptos de soberanía y derecho, sino que debe entenderse en los efectos cotidianos que produce en el mundo social. De esta introducción siguió un análisis de cómo se crea y establece el poder entre los seres humanos, las clases sociales, etc. etc. Una crítica que se le ha hecho en los últimos tiempos es que su análisis nunca tuvo en cuenta el tema de género. De ahí parten interesantes propuestas, como las de Nancy Piedra Guillèn a las que me refiero(2). Aquí me interesa abrir más la perspectiva, insertando la relación de poder que el hombre ha creado con los ecosistemas naturales (Madre Tierra).

 

Podemos decir que es cierto que esta relación se fue estableciendo lentamente y con una búsqueda de equilibrio por parte del hombre (y de la mujer) agricultor, búsqueda que fue cobrando mayor importancia a medida que se apropiaba de la tierra (con instituciones, leyes y políticas) a favor de unos pocos, para los cuales la necesidad de sobrevivir imponía una relación diferente a la original de los pueblos cazadores-recolectores que trabajaban con la técnica de tala y quema.

 

Esta práctica agrícola consiste en la tala (total o parcial) de la vegetación natural que luego se quema para limpiar el terreno, pero sobre todo para poder aprovechar los nutrientes contenidos en las cenizas de la vegetación leñosa, minerales, calcio y magnesio. El cultivo de estas tierras dura unos años, hasta que el suelo ha "agotado" su fertilidad. En ese punto, nos movemos a otra área, donde el ciclo comienza de nuevo. La tierra anterior se deja así "reposar" durante años o décadas, hasta que se reconstituye la fertilidad inicial. El momento del posible retorno está indicado por el crecimiento de algunos árboles utilizados como indicadores de la fertilidad del suelo.

 

Muy criticada hoy por los dueños de la "modernización" agrícola, la corta e queima, como se la llama en Brasil, ha sido durante milenios la técnica más simple para apropiarse de la fertilidad de los recursos naturales, dado que no se necesitan herramientas complicadas. Sin embargo, cabe destacar que, a pesar de su sencillez, la corta e queima muestra el establecimiento de una relación de poder entre el dominante (Hombre) y el dominado (Madre Tierra). Y esta relación de poder, expresada en relación a los recursos naturales, y que nunca se recuerda, va de la mano de una estratificación social entre hombres y mujeres aún hoy presente en los pueblos indígenas: sólo considerando la fase de producción, Ernesto V.S. Gama et al., examinando un área indígena en el estado de Bahía, nos recuerdan lo siguiente: “As mulheres se ocupam mais da cozinha, do plantio e da limpeza das roças. E têm ao longo do dia mais atividades que os homens” (Las mujeres están más involucradas en cocinar, sembrar y limpiar los campos. Y tienen más actividades que los hombres durante el día).(3)

 

Con la llegada de la revolución agraria de la era moderna(4) (a partir de la Segunda Guerra Mundial), consistente no sólo en la motorización sino sobre todo en el uso cada vez mayor de recursos químicos (fertilizantes, insecticidas...) y nuevas variedades preparadas ya no por el largo trabajo de manos campesinas, sino por laboratorios de investigación que primero introdujeron los híbridos y luego llegaron a los transgénicos, las relaciones de poder han cambiado drásticamente.

 

Hasta entonces podíamos pensar en una relación Hombre-Madre Tierra que, en la explotación de los ecosistemas naturales para "nuestros" fines, aún buscaba formas de adaptación a las diferentes realidades locales. Por eso habían muchas variedades diferentes de todas las producciones, desde el trigo hasta el arroz, pasando por la patata, el maíz, las legumbres, etc. etc. Lo mismo ocurría con las razas de animales, bovinos, ovinos... En fin, aunque no se diga abiertamente, fue el Hombre quien se adaptó a la Madre Tierra, a lo que ella podía dar. Con la revolución moderna el paradigma cambia y se invierte: el hombre ya no tiene que adaptarse, sino que toma las riendas de la situación decidiendo qué, cómo, cuánto y dónde producir lo que le interesa. Todo ello envuelto siempre en bellas palabras, nuevos conceptos inventados para la ocasión (como desarrollo y subdesarrollo)(5), la necesidad de ayudar a los pobres que se mueren de hambre (ese hambre que, como ya venía explicando Josué De Castro durante años(6), era hija de una estructura agrícola donde pocos tenían toda la tierra, y muchísimos no tenían nada, ¡un hambre creada por el hombre sobre la base de una relación de poder altamente asimétrica!).

 

La relación de precario equilibrio entre el ser humano y la naturaleza se pierde en el camino. Asistimos a una aceleración de la producción agrícola, pero sobre todo asistimos a una reducción de las variedades cultivadas, para responder a una visión industrial de la agricultura, una economía de escala que dominan los nuevos amos, cada vez menos agricultores y cada vez más "empresarios" financieros, han introducido para sus ganancias.

 

La excusa que se ha utilizado durante décadas es que necesitamos producir cada vez más para erradicar el hambre y alimentar a la población mundial. A pesar de los intentos promovidos desde la década de 1950, casi mil millones de personas aún hoy padecen hambre pero, lo que es más importante, el problema no es producir, sino redistribuir el bienestar. En palabras del economista jefe de la FAO, Máximo Torero: “Hoy hay suficiente comida para alimentar a todos en el mundo. Lo que falta es la capacidad de comprar alimentos que están disponibles debido a los altos niveles de pobreza y desigualdades” niveles de pobreza y desigualdad).(7)

 

Surgió una rabia desde abajo contra este mundo que poco a poco se fue convirtiendo en una masa crítica organizada y nacieron grandes asociaciones y movimientos campesinos. La principal batalla al principio fue la de una justa división de la tierra, tema que todavía hoy es muy sensible en muchas partes del mundo, comenzando por Brasil, como recuerdan las numerosas "romarías" por la tierra organizadas en las últimas décadas. 

 

Pero además de la lucha por la tierra, una nueva batalla ha comenzado a encontrar un lugar en la agenda de lucha. Hija de los mismos campesinos actores (varones) de las primeras luchas por la tierra, la agroecología nació y ha sido estudiada desde el mundo agrícola y desde muchos expertos agrónomos (varones).(8)

 

En su esencia, la agroecología (o agricultura de conservación como se le llama en muchos países de habla anglosajona) es la vuelta a técnicas menos invasivas, más respetuosas con el ecosistema natural y que puedan ser puestas en práctica por el mundo campesino que el agribusiness está transformando en trabajadores de masas, alejándolos cada vez más del conocimiento históricamente acumulado que fue su patrimonio.

 

Dentro de quienes luchan por la agroecología, nuevas voces han comenzado a llevar un mensaje diferente(9), que también les traigo aquí: la necesidad de mirar no sólo las técnicas de producción, sino también las relaciones de poder, que se mantienen, en la agricultura tradicional como en la moderna y también en la agroecología, hijas de una cultura patriarcal que se creó e impuso mucho antes de que llegara el capitalismo.

 

La relación del ser humano con la Madre Tierra, como decíamos al principio, es una relación de poder. El mismo esquema que se venía implementando en las familias, extensas o restringidas, donde por mucho tiempo (pero no siempre) la dominación del varón ha sido la regla. La misma relación de búsqueda de un equilibrio entre el dominante (Hombre) y el dominado (Madre Tierra), con la necesidad de no destruir completamente al dominado, sino someterlo a las "necesidades" del dominante, es el patrón patriarcal que encontramos en el hombre-mujer, más aún cuando los analizamos dentro de las familias o, por extensión, dentro de sus formas organizadas, asociaciones o movimientos.

 

Las voces femeninas que claman la necesidad de un cambio estructural, y no solo superficial, son cada vez más numerosas y a pesar de la resistencia de las clases dominantes (no solo a nivel de gobierno o instituciones, sino también de los movimientos campesinos) comienzan a para hacer su camino.

 

Pensar que la agroecología pueda ser una respuesta a los males del mundo, si no promueve un cambio estructural en las relaciones de poder entre hombres y mujeres, es una pérdida de tiempo. El verdadero cambio parte de ahí, de ese poder asimétrico que encontramos entonces en todas las instancias vitales, pero de manera muy evidente en la distinción de tareas entre el ámbito productivo (público) y el reproductivo (privado), donde las mujeres son acorraladas. 

 

Los hombres tienen miedo de poner este tema en el centro del debate, porque saben, aunque no quieran admitirlo, que no es un tema "de mujeres", sino que requiere conciencia y un cambio real de su parte, cediendo parte del poder y asumiendo a partes iguales las tareas de la esfera privada.

 

Así que ya no se trata de consignas bonitas sino genéricas, como la igualdad de derechos sobre la tierra. Es cuestión de mirar hacia adentro, especialmente los varones, para preguntarnos cuánto estamos dispuestos a dar en nuestra vida, para dar cabida a que nuestras esposas, compañeras, tengan el tiempo y el espacio político para entrar también y comandar nuestras organizaciones, sino incluso el simple hecho de tener tiempo libre para uno mismo, y cuánto estamos dispuestos a dar de nuestro tiempo para cuidar el ámbito doméstico. Todos estos temas se presentan con más detalle en el libro que estamos publicando, así que no voy a ir más lejos.(10)

 

Una reflexión final, sin embargo, no puedo dejar de hacer sobre la segunda palabra del título de la romaría: pan. Recuérdese que si es cierto que el pan también es visto como una metáfora de la comida en general(11), sin embargo también sigue siendo un símbolo ligado en particular al mundo occidental y en particular a la religión católica(12). No es casualidad que el símbolo de la FAO sea una espiga de trigo, con la inscripción "fiat panis", que sin embargo en el Sur del mundo, especialmente en aquellos donde no se come pan, se ve como un símbolo más de la voluntad de poder del norte. Sé que en el contexto de la romaría el pan es un símbolo de vida, pero solo quería recordarles lo importante que es prestar atención a los detalles, para no caer siempre en los mismos errores, tal vez usando ropa diferente.

 

En conclusión: luchamos por defender los territorios y el pan, por esta invitación a seguir adelante con la Alianza Mujer Madre Tierra, no solo por el derecho a la tierra, sino para luchar contra el patriarcado desde las bases. Sólo un mundo que acepte la diversidad, y construya sobre la diversidad, será un mundo mejor: un pluriverso hecho de respeto donde hombres y mujeres colaboren por igual en el ámbito privado como en el público. Entonces sí, será posible una verdadera, gran Alianza.

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Notas

           

[1] Giraud, Gaël. 2020. L’Economia di Francesco e i giovani. La Civiltà Cattolica, quaderno 4092, https://www.laciviltacattolica.it/articolo/leconomia-di-francesco-e-i-giovani/

[2] Piedra Guillén, Nancy. 2004. Relaciones de poder: leyendo a Foucault desde la perspectiva de género. Revista de Ciencias Sociales (Cr), vol. IV, núm. 106, Universidad de Costa Rica

[3] Gama, E. V. S., Marques, C. T. dos S., Carvalho, A. J. A. de, & Silva, F. 2007. Divisão de trabalho entre homens e mulheres na Aldeia Indígena Tupinambá de Serra do Padeiro, Buerarema – BA. Revista Brasileira De Agroecologia, 2(2). Recuperado de https://revistas.aba-agroecologia.org.br/rbagroecologia/article/view/7027

[4] Mazoyer, Marcel & Laurence Roudart. 2008. História das agriculturas no mundo:  do neolítico à crise contemporânea -  http://codeagro.agricultura.sp.gov.br/uploads/capacitacao/historia-das-agriculturas-no-mundo-mazoyer-e-roudart.pdf

[5] Escobar, Arturo. 2007. La invención del Tercer Mundo – Construcción y deconstrucción del desarrollo. 2007. Fundación Editorial el perro y la rana, Venezuela - https://cronicon.net/paginas/Documentos/No.10.pdf

[6] Josué De Castro. Geografia da Fome (o dilema brasileiro: pão ou aço). 1946. https://files.cercomp.ufg.br/weby/up/473/o/CASTRO__Josué_de_-_Geografia_da_Fome.pdf

[7] Torero, Maximo. 2022. To Achieve Human Rights, Start With Food. 7 dicembre 2022  https://www.ipsnews.net/2022/12/achieve-human-rights-start-food/

[8] Valenzuela, Hector. 2016. "Agroecology: A Global Paradigm to Challenge Mainstream Industrial Agriculture" Horticulturae 2 - https://www.mdpi.com/2311-7524/2/1/2

[9] Soler, Marta; Rivera, Marta e García Roces, Irene. 2021. Agroecologia feminista para la soberanía alimentaria: ¿de qué estamos hablando? LEISA, edición especial

[10] Groppo, Paolo; Cangelosi, Elisabetta; Siliprandi, Emma, Groppo, Charlotte. 2023. Quando Eva bussa alla porta – Donne, terre e diritti. Ombre Corte editore

[11] Cusumano, Antonino. 2017. In nome del pane, in nome dell’uomo. Dialoghi mediterranei -  http://www.istitutoeuroarabo.it/DM/in-nome-del-pane-in-nome-delluomo/

[12] Dom Robert Le Gall. Pain. S.d. Dictionnaire de Liturgie - http://archivesweb.cef.fr/prive/liturgiecatholique.fr/liturgiecatholique.fr/Pain.html

 

 

 

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