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martedì 8 febbraio 2022

Extracto del texto: LA TRANSGRESIÓN DEL FEMINISMO CAMPESINO Y POPULAR: AUTONOMÍAS Y SOBERANÍAS, autora Pamela Caro


Incluido en: Autonomía política de las mujeres algunas reflexiones, 2011. Corporación Humanas, Chile 


invito tod@s a leer el texto completo de Pamela Caro, disponible en la red. Las partes subrayadas son mias.


 

Los orígenes del debate sobre feminismo entre las campesinas no estuvieron exentos de tensiones. Aún genera división y existen perspectivas encontradas. Por un lado, aparecen posiciones de organizaciones campesinas mixtas de rechazo explícito a la idea de definir al movimiento campesino como feminista, bajo el argumento de que ello debilita a las organizaciones y su cultura, y que atenta contra el concepto de familia: “la verdadera revolución socialista vendrá desde el fortalecimiento de la perspectiva de la familia y no de conceptos ajenos y contrarios a nuestras realidades introducidos a presión debilitando a nuestras organizaciones, familias y cultura”. Sin embargo, por otro lado, suenan fuerte también las expresiones de respuesta a las posiciones conservadoras, ancladas en la idea de que justamente el concepto de familia no es un concepto democrático, sino jerárquico, que se ha construido socialmente para amparar la desigualdad, de allí la importancia de anidar un discurso trasgresor en torno al feminismo y a la categoría de género: “volver al concepto de familia es un retroceso, el concepto revolucionario es el concepto de género, porque nos permite ver las relaciones de poder que existen... si seguimos pensando así no estamos transformando nuestras sociedades” (dirigenta de Fenocin, Ecuador). 

 

Las reivindicaciones del movimiento campesino latinoamericano abren paso al socialismo. Para las mujeres esto tiene un significado particular, “las mujeres debemos abrirnos paso para no quedar en una posición secundaria en el nuevo mundo que queremos construir”, evidenciando que el socialismo campesino de antaño las dejó en el camino e invisibilizó. A la definición anticapitalista del movimiento, dieciséis años después, las mujeres agregaron la propuesta antipatriarcal, nueva, subversiva y trasgresora, que genera una verdadera revolución y revuelo, pues remece las propias concepciones patriarcales de la izquierda. Con la consigna “Sin feminismo no hay socialismo” las campesinas quieren decir que el mundo socialista al que aspiran es uno sin exclusiones sociales de clase, pero también, y no en segundo lugar, sino como requisito indispensable, sin exclusiones de género, en el que se pongan en práctica las nociones de justicia e igualdad en el espacio social del “afuera”, pero también “puertas adentro”, en las organizaciones sociales, en la comunidad y en el mundo privado de la casa, la pareja y la familia


La actual propuesta busca articular feminismo y socialismo, pero dejando de creer que la emancipación de las mujeres será una consecuencia secundaria del triunfo de la clase trabajadora. Por el contrario, es la antesala al proyecto de sociedad no capitalista que aspiran construir. 

 

Las campesinas comparten la idea de que es el discurso antipatriarcal, que busca fundamentalmente romper el contrato social moderno, el que logrará conseguir el horizonte emancipador para que las mujeres campesinas logren acceder al espacio público del reconocimiento y al mismo tiempo del ejercicio del poder, y dejen atrás su estatus de inferioridad, impotencia e indiferenciación. 


Avanzar en autonomía económica y autonomía política, proceso que aunque no es lineal es posible de observar entre las mujeres, contribuye a romper estereotipos de la feminidad campesina tradicional y a construir nuevas representaciones sobre “las mujeres campesinas”, constituyendo la antesala para la demanda por un nuevo contrato social en la familia, en la organización social, en la comunidad, en el pueblo. 


Este proceso guiado por derechos colectivos, también es acompañado por avances en la afirmación de las campesinas como sujetas de derechos que se ejercen de manera individual, fomentados por ejemplo mediante la apertura de los “secretos privados” a los debates mixtos, como ocurrió en el marco del congreso de la CLOC, cuando se pone en la agenda pública el tema de la violencia hacia las mujeres en el campo, sobre lo que pasa “puertas adentro” en los hogares, en las comunidades campesinas o incluso en las propias organizaciones, y se concluye que en cada país deben conformarse equipos compuestos por dirigentes y dirigentas para encarar las campañas nacionales. 


Las propuestas de las mujeres de la Articulación apelan a un nuevo contrato social – sexual que reconocen está en proceso de construcción. Traducen la idea en la construcción de un nuevo orden político que refunde la democracia interna de las organizaciones sociales de las que forman parte y de la sociedad en su conjunto. 


La propuesta de construir nuevas formas de relacionarse entre hombres y mujeres, tiene expresiones concretas. Una de ellas es el impulso de la campaña contra la no violencia de las mujeres en el campo que, después de la campaña de Soberanía Alimentaría, es una de las más osadas e importantes que se ha fijado el movimiento campesino en su conjunto, surgida de la porfía y perseverancia de las mujeres campesinas. Hay un posicionamiento y declaración política clara aferrada al desafío de traducir el discurso de la campaña en prácticas reales en las organizaciones mixtas para poner en jaque el sistema patriarcal, y no quedar sólo en “bonitas palabras”. En esta última Asamblea las mujeres propusieron aplicar un “finiquito social” para eliminar la discriminación de género y la violencia, tomando medidas como la expulsión de un compañero frente a una práctica de acoso o violencia hacia una compañera, o denunciando cuando en alguna organización se otorgan mayores privilegios (recursos u oportunidades de participación en eventos internacionales) a los dirigentes por su condición sexual. En el mundo “privado”, la campaña plantea abordar la violencia sexual en la pareja, difundiendo el derecho de las mujeres a decidir cuándo y cómo vivir la sexualidad. La siguiente cita ilustra el discurso de cambio en un tema hace tan poco secreto, “el trabajo es arduo, ver los animales, ir a la chacra como peonas a trabajar. Luego los varones no entienden que está cansada y tiene que cumplir con la obligación del sexo... ya no” (Dirigenta de Ferucarinap, Perú, intervención en Congreso Campesino CLOC). 

 

El horizonte utópico de la práctica política de las mujeres campesinas al interior del movimiento, es alcanzar igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero también se vislumbra una búsqueda por libertad y autonomía política. Cuestión que tiene que ver con la constitución de espacios en los cuales las mujeres generan y reproducen un imaginario que es democrático sustantivamente y no sólo formal. Es decir, se trata de un discurso que busca aplicación. […] Sin embargo, lo realmente importante es promover una práctica política que logre recuperar el tesoro perdido del feminismo: la libertad; entendida como una práctica centrada en la capacidad de re-construir el mundo social. Algo así como apostar a ser libres y tomar la vida en nuestras manos, lo que incluye plantear demandas de justicia en la vida privada y pública, que van desde vivir en un mundo sin violencia sexual, con derechos sobre el cuerpo y la sexualidad, hasta acceder al derecho a la tierra, a recursos productivos y a la paridad en los cargos de representación. 

 

 

 

 

 

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