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mercoledì 10 settembre 2025

Una propuesta de Índice de Paridad Doméstica (IPAD) (primavera 2025)

Grupo de trabajo IPAD(1) 


Introducción

Cuando hablamos de desigualdades o disparidades de género solemos hacer referencia a algunos datos clave como la brecha salarial entre hombres y mujeres, o la participación de las mujeres en el mercado laboral, o el número de feminicidios o violaciones sufridas. Las desigualdades de género se miden en las áreas donde son más evidentes y mediante datos que se recopilan y están disponibles más fácilmente. Sin embargo, es innegable que con el tiempo se ha reconocido que la desigualdad de género afecta a las personas en todos los aspectos de sus vidas, al limitar sus elecciones, derechos y oportunidades. Tanto es así que entre las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 de la ONU, se encuentran metas como la 5.4 - Reconocer y potenciar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, proporcionando un servicio público, infraestructura y políticas de protección social y promoción de responsabilidades compartidas dentro de las familias, en de acuerdo con las normas nacionales. (2)

Las cuestiones relacionadas con la igualdad de las que más se habla, como la igualdad profesional o la violencia de género, son fruto de un valor diferenciado que la sociedad da, o ha dado, a hombres y mujeres. Como dirían Françoise Héritier-Augé y Pascale Molinier, conocidas feministas francesas, estamos hablando de un valor diferencial entre mujeres y hombres: "todas las características generalmente asociadas a los hombres, como la fuerza, la virilidad, la temeridad, son valoradas por sociedad. Características como la bondad, la dulzura, generalmente se consideran femeninas y devaluadas”. (3)

También hay que decir que los índices que miden la igualdad son un reflejo de cómo nuestras sociedades atribuyen valor a las actividades. Se han dado algunos pasos hacia adelante para mejorar el papel y la contribución fundamental de las mujeres en áreas tradicionalmente consideradas fuera de la economía monetizada, y como tales, invisibles y devaluadas, como la economía doméstica (por ejemplo, en los índices del ODS 5 - meta 4 específicamente(4)), pero los países han sido reacios y lentos a la hora de recopilar datos, por lo que faltan pruebas y evidencias científicas.

La atribución automática a hombres y mujeres de cualidades consideradas intrínsecamente "masculinas" o "femeninas" está íntimamente ligada a un juicio de valor que degrada o no reconoce lo "femenino". Este valor diferencial de los sexos también tiene implicaciones para la división del trabajo doméstico entre hombres y mujeres (que muchas feministas italianas y francesas prefieren llamar trabajo no remunerado o trabajo reproductivo).

Carole Pateman, feminista y teórica política inglesa, citada por Diana Sartori(5), llegó incluso a afirmar: “La dicotomía entre lo privado y lo público es central en casi dos siglos de escritos feministas y de lucha política; de eso se trata, en última instancia, el movimiento feminista”.

Hay pocos datos disponibles para Italia, aparte de una encuesta de Indesit(6), según la cual el 79% de las mujeres italianas dicen que normalmente planifican la mayoría de las tareas domésticas y el 76% dicen que también hacen la mayoría de los trabajos; Entonces con la pandemia la situación empeoró aún más(7). En Francia, el Observatorio de las Desigualdades afirma que no se han registrado avances en el reparto de las tareas domésticas y familiares(8). Los últimos datos en Francia datan de 2010 y según la encuesta sobre tiempo compartido (Enquête Emploi du temps, Insee, 2010), el 72% de las mujeres se encargaban de las tareas domésticas (cuidado de los niños, cocina, limpieza, lavado y planchado). En España, según el instituto de estadística, sólo la mitad de las familias reparten equitativamente las tareas del hogar. En el 46% de los casos son las mujeres las que hacen más, y sólo el 4% los hombres(9). A nivel mundial, las encuestas sobre uso del tiempo revelan la existencia de diferencias importantes entre ambos sexos en el tiempo dedicado a las tareas domésticas y al trabajo de cuidados, especialmente en los países de ingresos medios y bajos. En promedio, las mujeres dedican 4,2 horas al día al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, en comparación con 1,9 horas para los hombres.

La reciente pandemia también ha aumentado la carga de trabajo de cuidados de las mujeres. Las múltiples responsabilidades de cuidado de las mujeres, combinadas con las interrupciones de los servicios y el cierre de escuelas, han aumentado el cuidado doméstico no remunerado de las mujeres, y la proporción de la carga de cuidados entre mujeres y hombres aumentó de 1,8 en marzo de 2020 a 2,4 en septiembre de 2021.(10) 

Las desigualdades de género en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, que se encuentran en todo el mundo aunque con variaciones entre países de una misma región, tienden a ser mayores en las zonas rurales que en las urbanas y cuando el tiempo dedicado a los cuidados se considera una actividad secundaria: en una muestra de En cinco países y en contextos predominantemente rurales, las mujeres dedicaron un promedio de 7,0 horas a cuidados y trabajo doméstico no remunerado, en comparación con un promedio de 1,4 horas para los hombres.(11) 

En cuanto a la brecha "cognitiva", el estudio realizado por Ana Catalano Weeks (2022) reporta que las mujeres reportan ser responsables del 70% de las tareas cognitivas del hogar, mientras que los hombres son responsables del 30%.(12) 

En lo que respecta al desarrollo intelectual (y a la diversidad de concepciones), particularmente en lo que respecta a la esfera pública, se ha avanzado mucho. Suscribimos también lo que escribió Sartori: "el concepto habermasiano de esfera pública debería corregirse en el sentido de concebir la existencia no de una única esfera idealizada, sino de una pluralidad de esferas públicas: «la idea de una sociedad multicultural igualitaria, sociedad que sólo tiene sentido si asumimos una pluralidad de espacios públicos en los que participan grupos con diferentes valores y retóricas. Por definición, una sociedad así debe contener una multiplicidad de 'públicos'." En otras palabras, como escribe el autor, avanzamos hacia una "pluralización de la concepción de lo público", concepto que va en la misma dirección que promovimos con el enfoque territorial negociado(13). No una identidad única, sino un conjunto de versiones posibles resultantes de las continuas negociaciones de actores y actrices, donde sin embargo es esencial una intervención correctiva de las asimetrías de poder existentes.

En cuanto a la reflexión sobre el ámbito doméstico, cabe recordar la fundamental publicación de Mariarosa Dalla Costa (y el aporte de Selma James)(14) donde, por primera vez, se colocó la centralidad de lo que sucede en el ámbito doméstico, lugar fundamental para reproducción de la fuerza de trabajo necesaria para el sistema capitalista, todo traducido a las palabras de la época, a saber, "trabajo no remunerado".

Los intelectuales "revolucionarios" de la época nunca dieron mucha importancia a este tema, marginando las obras de Dalla Costa hasta el punto de definir los temas feministas como "contradicciones secundarias del capitalismo": "[...] los partidos de masas y los grupos extraparlamentarios han reprimido sustancialmente el interés de las mujeres por luchar contra su propia explotación, mientras que siempre han privilegiado los intereses esencialmente masculinos. La explotación de las mujeres y su lugar en el ciclo productivo nunca aparecieron en el debate político ni reunieron en torno a ellas ningún esfuerzo organizativo por parte de las distintas izquierdas".(15)

De hecho, incluso el conjunto de organizaciones políticas tradicionales siempre ha considerado este espacio como "un lugar de atraso político"(16), por no darse cuenta, si no con culpabilidad, de que éste se convirtió en el corazón palpitante a nivel social y político de la todo el sistema capitalista, como bien explica Leopoldina Fortunati en el artículo citado anteriormente. Esto contrasta con lo que promueven las feministas activas en el campo de la economía política, que siempre han apoyado la importancia de descifrar y comprender las "relaciones sistémicas entre las estructuras domésticas, económicas y políticas"(17). Pearson y Elson, conocidas economistas feministas, critican duramente la separación entre el mundo de la "producción" y el de la reproducción, invisible y, como tal, fácilmente explotable por el Estado(18). Basta pensar en cuánto el trabajo de las mujeres compensa la falta de servicios de cuidado de niños y de ancianos.

Por eso, suscribimos también la reflexión de Fortunati: "Es importante [...] que todos, mujeres y hombres, seamos conscientes de que, si no se resuelve el nudo entre la esfera de la reproducción y la condición de la mujer, en términos de reconocimiento del valor que aquí se produce [...], este ámbito seguirá funcionando como una espina clavada para todos los trabajadores, en un perverso juego descendente.” Srishti Khare propone una síntesis eficaz: “Es debido al tiempo que las mujeres dedican a sus hogares en forma de trabajo no remunerado y no reconocido, que los hombres son productivos en la economía”.(19) 

A pesar de las múltiples luchas y nuevas iniciativas nacidas en los últimos años, vinculadas a este tema, creemos que se puede decir que "No hay paz en el ámbito reproductivo, ya que continúa persistiendo una división desigual de las tareas domésticas y de cuidados entre hombres y mujeres. aunque de forma más moderada que en el pasado".(20) 

Por ello hemos intentado profundizar en esta reflexión, partiendo de un ángulo distinto del estrictamente vinculado al trabajo y su remuneración, así como a la atribución o no del valor económico, con una referencia inicial al mundo agrícola, central en las actividades profesionales de algunos de los autores. Volviendo a lo que los trabajadores agrícolas de la Unión de Trabajadores de la Tierra, un sindicato agrícola argentino, vienen diciendo desde hace años, a saber, que los hombres deben asumir su parte de tareas en el ámbito doméstico (21); el punto central pasa entonces a ser el tiempo y su distribución a toda una serie de tareas que deben realizarse para mantener unida a una pareja/familia, del tipo que sea. Cuidar a los niños y a los padres ancianos, limpiar los baños y lavar los platos y todo lo que ello conlleva, no sólo en el mundo del "hacer" sino también en el del "recordar, planificar y controlar", son tareas que, históricamente, las mujeres se han visto obligadas a realizar que, desde hace algún tiempo, intenta escapar o al menos hacer que se reconozca y se distribuya mejor. Además, como nos recuerda la ecologista política Ana Agostino, la revalorización del trabajo de cuidados como "conciencia atenta de los demás (y de uno mismo)" permitiría "pensar en opciones en las que el dinero ya no tenga un papel central".(22)

Salir de esta trampa no es fácil, porque ésta es la base del poder patriarcal, por el cual el hombre históricamente se opone (o, en el mejor de los casos, mira hacia otra parte) a las luchas emancipadoras. Este modo de "subcontratación en el sentido neoclásico del trabajo (de las mujeres) fuera de la producción de valor" permite reforzar la idea de la inferioridad de las mujeres y su contribución, como subraya Diane Elson(23), y justificar su sumisión y opresión. Con el tiempo, las fuerzas que se definen como "progresistas", impulsadas por movimientos feministas internos y externos, se han visto obligadas a empezar a afrontar esta realidad, pero aún hoy lo que domina es una retórica de la igualdad, que no encuentra suficiente confirmación en hechos concretos. acciones, en particular donde reside el meollo del problema: el ámbito doméstico.

Preferimos buscar soluciones en otra parte: enormes procesos de simplificación, estandarización, automatización dentro del hogar, así como externalización de las tareas domésticas, tanto a nivel material como inmaterial: educación, afecto, entretenimiento, comunicación e información. Como bien recuerda Leopoldina Fortunati en el artículo anterior, "La centralidad de la esfera doméstica también se demuestra por el hecho de que el Estado y las familias deben dedicar inversiones cada vez mayores para sustituir el trabajo doméstico que ya no realizan las mujeres dentro de las familias. también por su creciente presencia en el mercado laboral. Por un lado, el Estado debe destinar la mayor parte de su presupuesto a complementar los niveles de reproducción social de la fuerza laboral a nivel de educación, atención médica y jubilación. Por otro lado, las familias se ven obligadas a recurrir a las mujeres inmigrantes para realizar una cantidad considerable de trabajo doméstico y el cuidado de los niños, los ancianos, los enfermos y los discapacitados."

Para profundizar en la cuestión de la subcontratación del trabajo doméstico y el vínculo con la migración y el capitalismo reciente, se puede leer a Demazière, Araujo Guimarães e Hirata(24), o Christelle Avril y Marie Cartier.(25) 

Simplificando, podemos decir que el tiempo, hoy en día, está adquiriendo más importancia que el dinero. El concepto de "pobreza de tiempo" (debido a la desigual distribución de las tareas domésticas) comienza a aparecer en el debate internacional. (26)

Como nos recuerda Srishti Khare, “el tiempo es uno de los recursos más valiosos y también es profundamente político. Las concepciones del tiempo han incorporado jerarquías de poder en ellas, que determinan cuánto tiempo se le debe dar a quién, quién obtiene el control y la base para su distribución”. (27)

Un artículo reciente aparecido en el sitio web LaVoce.info explica detalladamente cómo el tiempo es hoy un recurso escaso: "200 por ciento: es el porcentaje de tiempo extra, en comparación con sus parejas, que en 2014 las mujeres italianas con trabajos permanentes a tiempo completo y al menos un niño menor de 14 años se ha dedicado al trabajo doméstico en un día laborable" (28). Y, más adelante: “En Italia, una mujer que trabaja a tiempo completo y tiene hijos que cuidar dedica aproximadamente 60 horas semanales a la suma del trabajo remunerado, el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos, frente a las 47 horas de su pareja. Esto se traduce en una disparidad de género de alrededor de 13 horas de “trabajo total” por semana, una diferencia significativamente mayor que el promedio europeo, que asciende a 11 horas”.

Por ello es fundamental que los varones también dediquen su tiempo al mundo de las tareas domésticas. Tiempo, no dinero. Dedicar tiempo a los hombres es esencial para liberar tiempo a las mujeres. El uso que haga de él el sujeto femenino de este tiempo "liberado" no nos concierne, es y debe seguir siendo una elección personal.

La cuestión del reparto desigual de las tareas domésticas también ha llegado a las negociaciones que se han llevado a cabo el Comité de Seguridad Alimentaria (CFS) en vista de las Directrices Voluntarias mencionadas anteriormente(29). Sin embargo, es lamentable constatar que, una vez más, la responsabilidad principal recae en los gobiernos, sin que haya un compromiso igual para cambiar estas asimetrías por parte de las fuerzas progresistas (movimientos, asociaciones, partidos) que presionan para lograr un acuerdo al respecto. El texto del poder también está presente en ellos, a pesar de tanta retórica pública. (30)

Por eso empezamos a pensar en un Índice de Paridad Doméstica (IPAD), una herramienta de seguimiento, estímulo y promoción para una verdadera igualdad de género.

La opción que proponemos es no incluir el trabajo doméstico en el PIB, como sugieren algunos trabajos en curso. Por ejemplo, el INSEE (Instituto Francés de Estadística) intentó calcular a nivel nacional el número de horas anuales dedicadas al trabajo doméstico, que sería entre una y dos veces más que las horas trabajadas: entre 42 y 77 mil millones de horas según qué las “tareas domésticas” cuentan. Si se monetizara este número de horas, equivaldría a entre el 19 y el 35% del PIB.

Monetizar el trabajo doméstico podría afectar el papel de las mujeres a la hora de alentarlas a permanecer en la esfera doméstica. Si el trabajo doméstico se convirtiera en trabajo remunerado, ciertamente se reconocería que este tiempo, realizado principalmente por las mujeres, tiene un valor para la sociedad, pero se correría el riesgo de confinar a las mujeres solas en las paredes del hogar. “Si ya tienes trabajo que hacer dentro del hogar, ¿por qué quieres otro trabajo fuera?”, “las mujeres mandan dentro del hogar”, los defensores y conservadores usarían esta excusa para mantener el poder político y económico en manos de los hombres, dejando el hogar gestión a las mujeres. Además, el riesgo sería, una vez más, la consolidación de una escala de valores que penalice el trabajo de las mujeres, perpetuando su marginación.

Por eso hemos decidido trabajar en un índice de seguimiento, [de estímulo y de promoción] que sea fácil de poner en práctica y que pueda ayudar a concientizar sobre las disparidades actuales.

¿A quién va dirigido el IPAD?

La principal razón de un índice de este tipo es servir como herramienta de incidencia para una mayor igualdad de género, desde el ámbito doméstico y mediante un seguimiento constante.

Este índice está diseñado para un público particular, es decir, aquellos grupos, asociaciones, movimientos y/o partidos que expresan posiciones públicas comprometidas con la igualdad de género. El IPAD permitirá pues mostrar la coherencia entre el discurso, la palabra y las acciones concretas emprendidas en su seno para estimular a las personas participantes (o simpatizantes) de estos grupos, a iniciar (continuar, acelerar) un camino de cambio hacia una verdadera igualdad.

La ausencia observada de referencias a la esfera doméstica significa que se considera que todos estos compromisos públicos se refieren únicamente a la esfera pública, una parte importante pero menos estructural de la dinámica de poder de la esfera privada.

Es en este último donde las relaciones de poder patriarcales se expresan de una manera más sutil y estructural, creando efectivamente la base material para la economía capitalista subyacente. En la esfera doméstica no sólo se reproduce gratuitamente el trabajo, sino que se crean y mantienen esas relaciones de sumisión hombre-mujer que encontramos igualmente en la visión dominante del hombre sobre la naturaleza.

Por lo tanto, es crucial atacar esta fuente perenne y estructural de poder patriarcal.

Ofrecemos un producto diseñado para esta misión. Sin embargo, para encontrar su valor real y compartido, es fundamental que la contraparte con la que trabajaremos (asociación, movimiento, partido, etc.) se involucre y se convierta en protagonista de la construcción, uso y seguimiento posterior (en particular en cuanto al detalle de las variables a medir). Quisiéramos que se apropien del iPad, y que convierta en “lo suyo”. Poder mostrar cómo el valor del IPAD mejora con el tiempo nos permitirá argumentar de forma más creíble las mejoras que se estimularán en el ámbito doméstico, tras haber constatado las asimetrías en el momento T°. De hecho, el IPAD servirá, inicialmente (T°) para aclarar, con una representación numérica, cuáles son las verdaderas relaciones de poder dentro de las parejas/familias y, en consecuencia, qué y cuántos esfuerzos se deben hacer para adaptar las relaciones públicas. 

Debemos ser conscientes que un riesgo que debemos evitar es el de no considerar las asimetrías de poder que pueden existir en los grupos dominantes de las asociaciones, movimientos y partidos con los que pretendemos trabajar. La realidad histórica es que la composición de los directivos de estas instituciones tiende a ser más masculina, llevando en consecuencia una carga implícita de patriarcado por el peso histórico que ha tenido en nuestra formación cultural. Si no nos interesa esta dimensión del poder patriarcal, lo que se hará será un ejercicio participativo con riesgo de manipulación. Insistimos en el aspecto negociador porque los distintos portadores (y, en este caso, portadores) de intereses deben poder hacer oír su voz en el proceso de toma de decisiones.

En consecuencia, no bastará con delegar en la dirección de la contraparte la elección final de las variables a medir, sino que será necesario acompañar este proceso con "facilitadores" IPAD que tengan claro este riesgo potencial. Esto no quiere decir que, a priori, los directivos de asociaciones, movimientos, partidos, etc. son machistas por definición; lo que pasa es que el riesgo existe y al menos debe reducirse al mínimo. Por lo tanto, este trabajo de discusión inicial, preparatorio de la fase de negociación, adquiere importancia y se le debe asignar una cantidad de tiempo adecuada. Cuanto mayor sea el grado de concertación de la lista negociada, mayores serán las posibilidades de que nos acerquemos a una representación real, pero sobre todo compartida de la situación, el estímulo inicial necesario para iniciar una dinámica de mejora.

También hay que decir que no se trata de culpar al socio que de todos modos hace menos (o no hace nada). El objetivo del diálogo y de la negociación inicial sirve, por el contrario, para aumentar la conciencia explícita de cuántas actividades son necesarias para mantener unida a una pareja/familia, de modo que aumente la voluntad personal de los socios menos implicados, para hacerles pasar de una de la simple conciencia a un compromiso activo.

El IPAD: cómo calcularlo

Método y marco conceptual

La reflexión que proponemos en este documento es obviamente preliminar y abierta. Queremos compartir nuestras hipótesis de trabajo y el posible resultado, para poder discutir sobre bases concretas en los próximos meses.

Cuando decidimos combinar diferentes variables en un solo índice agregado, se deben responder dos preguntas: 1) el marco analítico que explica cómo el conjunto de variables es indicativo de la igualdad doméstica; y 2) qué peso dar a las variables individuales que componen las áreas temáticas (dimensiones).

En cuanto al punto 1, en primer lugar, debemos acordar una lista de tareas que se considerarán representativas de todo el ámbito nacional.

A falta de un marco de referencia analítico universalmente reconocido, creemos que es necesario proponer uno que se base en lo que ya existe en la literatura. Tener dimensiones agregativas de las tareas (y quién las realiza) que tienen lugar en la esfera doméstica ayuda a identificar asimetrías de poder. En la literatura existen al menos cuatro ejemplos que podemos utilizar como referencia analítica. Uno es el componente "tiempo" del índice de igualdad de género del EIGE(31), otro es el propuesto por Rodsky (2020)(32); luego está el índice de asimetría desarrollado por el Instituto Italiano de Estadística (ISTAT)(33) y finalmente el enfoque sugerido por el Instituto Francés de Estadística (INSEE).(34) 

En el IPAD optamos por construir a partir de lo propuesto por el INSEE, por razones que explicaremos más adelante. El INSEE organiza su marco conceptual sobre el trabajo doméstico en torno a tres perímetros.

Un perímetro LIMITADO que contiene las actividades "centrales" del trabajo doméstico, que son objeto de consenso y cuya inclusión rara vez se discute: tareas domésticas, trabajos de mantenimiento, vajilla, lavandería, planchado, compras, cocina, cuidado y asistencia a niños y no personas autosuficientes. Todas estas tareas se pueden delegar y existen sustitutos en el mercado: lavanderías, tintorerías, restaurantes, cuidadoras de niños, ayuda con las tareas domésticas, conductores, secretarias privadas (conserjes).

Un perímetro INTERMEDIO: a esta primera lista de actividades productivas y "delegables" sumamos aquellas que estamos más proclives a realizar por puro placer y que, por tanto, duran más de lo estrictamente necesario. En este segundo listado se incluyen actividades de semi-ocio: costura, bricolaje, jardinería, caza y pesca. Según el INSEE, esta segunda lista también incluye el gasto porque en su encuesta no es posible distinguir el gasto diario de las compras.

Un perímetro AMPLIADO: a los dos primeros se suman los tiempos de desplazamiento, los desplazamientos en coche y el cuidado de las mascotas (por ejemplo el paseo diario del perro de la casa).

Creemos que debemos partir de lo propuesto por el INSEE porque nos parece el marco conceptual más versátil y neutral. El uso de perímetros, en lugar de otras categorizaciones por actividad, nos permite incluir automáticamente diferencias culturales y disponibilidad económica. De hecho, no tenemos categorías que puedan ser importantes en un contexto y menos en otro, sino que medimos las actividades realizadas en función de su proximidad al núcleo familiar, y de su vitalidad en aras de un feliz desenlace de la vida doméstica.

Al marco propuesto por el INSEE le sumamos un aspecto que consideramos fundamental y que se deriva del trabajo de Ana Catalano Weeks, el de la "brecha cognitiva laboral del hogar" (en referencia a las dimensiones de anticipación de necesidades, identificación de opciones para cubrirlas, toma de decisiones y seguimiento de los avances)(35) lo que se traduce en una carga mental que debe incluirse en un trabajo cuya ambición es medir la carga de gestionar la familia(36). Esto se debe a que, como hemos comentado brevemente antes, no son sólo cosas “para hacer”: muchas de ellas también deben ser “pensadas” previamente, “recordadas” sin necesidad de que la otra persona lo señale, “planificadas” y monitoreado” constantemente. En la obra ya mencionada se explica y mide el concepto de Carga Mental. Si bien nos remitimos a sus textos para una lectura en profundidad, basta mencionar aquí que en los perímetros derivados de la experiencia del INSEE adoptaremos algunos elementos de este trabajo.





Para cada perímetro se propondrán dimensiones iniciales (áreas temáticas), a las que seguirán variables específicas (ejemplo: dimensión: Tareas del hogar; Variables: Cocinar, Limpiar, Lavandero...). Pasando a las actividades específicas relacionadas con el detalle de cada variable (ver la parte roja en el diagrama anterior), éstas serán discutidas y negociadas con la contraparte.

Tomemos el ejemplo indicado en el diagrama anterior. En la dimensión "Tareas del hogar" del perímetro restringido, tomamos la variable "Lavandero": la versión simplificada puede ser: ¿quién se ocupa de ello? Sin embargo, si miramos más concretamente, siempre dentro del perímetro restringido, hay una primera actividad que consiste en recoger y poner la ropa sucia en el cesto de la ropa, seguida de llevar el cesto a la lavadora, meter la ropa, separar la las de color de las blancas para evitar errores de decoloración e iniciar el programa correcto. Una vez terminada la lavadora, ¿quién se encarga de tender la ropa a secar? Para concluir: una vez dispuestos, ¿quién los dobla, luego los plancha y, finalmente, los coloca en su lugar en los distintos armarios o cajones? A esto se le suma la brecha cognitiva, de modo que se consideren otras cuestiones específicas: anticipar necesidades (recuerde que la ropa limpia y planchada debe estar lista antes de vestirse para ir al colegio o al trabajo), identificar opciones para satisfacerlos (¿llevarlos a la lavandería, lavarlos a mano o en la lavadora?), tomar las decisiones correspondientes (¿nos acordamos de comprar el detergente y el suavizante?) y finalmente monitorear el proceso.

Por ello se vuelve fundamental el momento de negociación con los representantes de la institución con la que vamos a trabajar. De la lista de actividades (preguntas) que se insertarán (o excluirán), surgirá un índice más o menos representativo y por tanto útil.

Creemos que es útil (¿necesario?) recordar cómo las actividades (y las preguntas) a examinar variarán dependiendo de las especificidades de la institución contraparte. Si la contraparte es un movimiento campesino (quizás del sur del mundo), habrá que crear espacio para actividades como ir a buscar agua, recolectar madera y/o bayas, miel o cualquier otra cosa en el bosque. Parece una consideración obvia, pero el carácter co-constructivo del IPAD tiene todo su sentido en este proceso de diálogo y negociación. La adaptación del cuestionario a las especificidades locales y socioculturales lo hace más adecuado a las diversas situaciones y más aceptable para la contraparte (en detrimento de la comparabilidad espacial genérica).

Peso de las actividades

Para evaluar cómo varía el desempeño de actividades en una pareja tenemos tres posibilidades:

a) atribuimos el mismo peso o valor a cada actividad (por lo que quien dentro de la pareja realice esa actividad puntuará 1). (37)

b) medirlos en términos de cuánto tiempo lleva llevar a cabo las tareas asociadas con ellos, o

c) medirlos en términos de cuál es su valor monetario.

La solución a) es la más sencilla, pero tiene el coste de omitir diferencias importantes entre los distintos índices; si bien, por un lado, cuidar el lado emocional de un niño puede implicar una enorme pérdida de tiempo y energía, no implica un costo monetario directo (pero sí en términos de costo de oportunidad para el padre que decide quedarse con el niño en lugar de ir al trabajo o hacer otra cosa). Otra ventaja innegable es que elimina cualquier subjetividad en las elecciones de los socios (al dar un peso diferente a una tarea respecto a otra, se introduce un elemento externo de subjetividad por parte del investigador). Se deben llevar a cabo todas las tareas (de una lista discutida y acordada); lo que puede cambiar es la frecuencia que se considera necesaria, que se vuelve irrelevante cuando se opta por medir el haber realizado esa tarea y no el tiempo dedicado a ella.

La solución b) es ideal para considerar cuánto tiempo les queda a los padres para hacer otras cosas (ocio o trabajo); y es la solución adoptada por ejemplo por el ISTAT en el índice de asimetría; al mismo tiempo, tiene el coste de no considerar el esfuerzo financiero necesario para permitir una determinada actividad (uno de los padres puede permitirse el lujo de quedarse con los niños para una determinada actividad recreativa creativa, porque el otro gana lo suficiente para mantener a toda la familia). 

El mayor problema de esta solución es que introduce subrepticiamente un elemento de diferenciación (yo soy más rápido que tú porque no sabes hacerlo; o, por el contrario: tardo más porque limpio más a fondo que tú). De esta manera, adoptar este camino no conduce a una "solución" sino que hace que el problema sea irresoluble.

La solución c) sin duda complacería a los partidarios del neoliberalismo, para quienes todo se mide en términos monetarios, volviendo así al viejo debate sobre el salario familiar. Lo indicamos por una cuestión de transparencia, pero está claro que ese no es el camino que puede conducir a la igualdad. El hecho de que algunas tareas puedan subcontratarse (por ejemplo, el cuidado de los ancianos en residencias de ancianos) introduce un elemento de diferenciación (de clase, según la terminología marxista): quien tiene dinero paga y quien no lo tiene debe resolver la cuestión dentro de la misma familia. Pero la razón fundamental que nos empuja a eliminar esta "solución" es que en realidad se corre el riesgo de congelar los roles sociales asimétricos tal como están. Refiriéndose al grupo Lotta Femminista, que planteó por primera vez este debate a principios de los años 70, a partir de las reflexiones de Mariarosa Dalla Costa, repetimos con ellas: "queremos evitar que, a través de esta petición, se institucionalice el papel de ama de casa". Precisamente por eso las militantes se niegan y nos invitan a “rechazar [...] el trabajo doméstico como trabajo femenino, como trabajo impuesto, que las mujeres nunca han inventado". (38)

El camino hacia la igualdad que queremos recorrer pasa por liberar el tiempo de las mujeres (dejándolas libres para decidir cómo utilizarlo) y utilizar más tiempo de los hombres para compartir tareas en el ámbito doméstico.

Nuestra elección, basándonos en lo dicho anteriormente, es dar el mismo peso a todas las actividades de la lista. En consecuencia, proceder a una suma de las actividades, sin distinguir entre actividades más o menos costosas, más o menos agotadoras, más o menos largas en el tiempo. Demasiados parámetros socioculturales subjetivos podrían influir en cualquier parámetro financiero o de tiempo para permitirse estas otras opciones (ejemplo: ¡me toma más tiempo lavar el baño porque lo hago con más cuidado y mejor que tú!).

Partiendo de una lista indicativa que, repetimos, se completará mediante una negociación inicial entre las partes (tanto en lo que respecta a las tareas específicas de cada perímetro como al peso que debe darse a los distintos perímetros), tenemos un total de valor: 1 si son realizadas únicamente por el socio A; -0,5 si son realizadas principalmente por el socio A; 0 si se realizan de forma equilibrada por los dos socios A y B; +0,5 si son realizadas principalmente por el socio B; +1 si son realizadas únicamente por el socio B.

Para las entrevistas utilizaremos una muestra estadísticamente representativa de la población de estudio. Se utilizará un formulario introductorio -anónimo- para registrar los elementos que caracterizan al socio que responde.

Nuestro índice tendrá por tanto tres posibles extremos:

IPAD = 0 par perfectamente equilibrado

IPAD= valor negativo máximo (pareja donde todas las actividades son realizadas únicamente por el componente/socio A)

IPAD= valor positivo máximo (pareja donde todas las actividades son realizadas únicamente por el componente/socio B)

Solo Socio A Principalmente A Junt@s Principalmente B Solo Socio B

    -1                     -0.5                     0                 +0.5                         +1

Es importante recordar que lo que queremos observar con este índice es la tendencia desde un momento T hasta un momento T+1 (y siguientes). Así que no es tanto el valor absoluto lo que importa, sino si se promueven actividades que apuntan a una mayor igualdad interna (por la pareja o por los líderes de la organización, partido o movimiento) durante el intervalo de observación. En este sentido, incluso la comparabilidad entre diferentes grupos es menos importante que el movimiento del propio índice, que por tanto se convierte en una herramienta de promoción política.

Si algunas actividades se delegan a terceros (limpiadores, niñeras, etc.), estos últimos se eliminarán del cálculo final (ver más abajo).

Las hipótesis

Las hipótesis que subyacen a este índice dependen del tipo de pareja/familia y de su estatus social. Uno de los aspectos interesantes de este índice es su capacidad para sacar a la luz la heterogeneidad del equilibrio doméstico en parejas de distintos géneros; también tendremos entonces la posibilidad de tomar en consideración la posibilidad o no de contar con ayuda externa para la realización de las actividades de la lista.

La primera hipótesis es que en las parejas con más de un hijo las disparidades en la pareja aumentan. Según los datos del INSEE sobre el tiempo parcial en Francia, se puede comprobar la correlación entre el número de niños y su edad y el porcentaje de mujeres y hombres que trabajan a tiempo parcial.

Según datos reportados en 2019, cuanto más aumenta el número de hijos, más mujeres tienen contrato a tiempo parcial. Lo contrario ocurre con los hombres. Se podría deducir que la elección del tiempo parcial está ligada a las actividades domésticas y al cuidado de los hijos. En términos prácticos, proponemos introducir una pregunta inicial a los dos cónyuges para conocer el número de hijos a cargo (que pueden ser sus hijos, o hijos de una relación anterior). Así, durante el análisis de los resultados será posible profundizar en la importancia de esta variable en la distribución de tareas.

La segunda hipótesis consiste en decir que en las parejas homosexuales (dos hombres o dos mujeres), la disparidad es menor que en las parejas heterosexuales. Esta hipótesis está ligada al menor impacto de los estereotipos de género en las parejas homosexuales y también a la menor presencia de hijos (vinculada a la mayor dificultad para procrear o adoptar en determinados países).

La tercera hipótesis consiste en considerar que las familias más adineradas externalizan en mayor medida determinadas actividades domésticas (limpieza, cocina, parte del cuidado de los niños, etc...). Sin embargo, la externalización de los cuidados tiene un impacto no sólo en las desigualdades de género (porque las personas que hacen la limpieza o el cuidado de los niños son en su mayoría mujeres), sino también en las desigualdades de "raza" y de clase social, porque suelen ser inmigrantes y mujeres precarias.

Para analizar el efecto "renta" sobre la variación del IPAD, podríamos introducir, en la primera parte del cuestionario, una pregunta relativa a la renta neta mensual de la pareja, con tres tramos de renta: de cero a 2.500 euros; de 2.501 a 5.000 y más allá de 5.000.

A su vez, el efecto "outsourcing" se tratará insertando una pregunta específica en la parte sociodemográfica del cuestionario (ver nota en el cuestionario adjunto), preguntando también el género de la persona que la trata.

Solo Socio A Principalmente A Junt@s Principalmente B Solo Socio B Subcontratada

                                                                                                                                (indicar sexo) 

        -1                 -0.5                         0         +0.5                         +1             XX/XY

La cuarta hipótesis se refiere a la posible presencia asimétrica en el mercado laboral (una de las dos personas trabaja a tiempo completo y la otra se dedica totalmente a las tareas domésticas). Varias familias con un solo ingreso viven situaciones asimétricas que a menudo dan lugar a discusiones y tensiones.

La quinta hipótesis analiza el ciclo vital de una pareja. Hay al menos dos posibles interpretaciones de esta hipótesis; en el primero intentaremos comprender cómo varían los equilibrios domésticos en las parejas "jóvenes" y "mayores", tomándolos desde el punto de vista de la duración de la pareja. En la segunda interpretación estudiaremos las diferencias que existen en las parejas jóvenes o adultas en cuanto a la edad de quienes las forman. La idea es comprender si las parejas jóvenes pueden ser más sensibles y, por tanto, más atentas a estas dinámicas, de modo de obtener elementos específicos para orientar propuestas de acción posteriores.

Datos

En nuestro modelo los datos juegan un papel principal. Imaginamos esta herramienta como un derivado de las diversas metodologías de investigación rápida que se utilizan en el mundo del desarrollo; y también queremos darle la flexibilidad y la agilidad que permitan una recopilación de datos muy rápida.

Los cuestionarios se aplicarán tanto a las personas de la pareja/familia. No tanto para tener una verificación individual de las respuestas dadas, sino para una mayor representatividad de la muestra. Los cuestionarios serán anónimos, limitándose a informar el sexo, grupo de edad, nivel educativo de la persona, número de hijos e ingresos netos mensuales de la pareja/familia.

Al margen del cuestionario, y para captar elecciones subjetivas, haremos una pregunta sobre la satisfacción subjetiva con el estado de las cosas. Esta pregunta tiene el doble propósito de comprender en qué medida los miembros de la pareja sienten que sus aspiraciones e ideas se reflejan en la situación actual, y también evaluar cómo esta percepción cambia con el tiempo. de hecho, es concebible que haya parejas en las que una situación desequilibrada en perjuicio de uno de sus miembros todavía sea considerada satisfactoria por ellos. Esto puede suceder como resultado de legados culturales y sociales. En este sentido, sería interesante evaluar el cambio a mediano/largo plazo tras las campañas de sensibilización y emancipación.

Las respuestas obtenidas dependen del encuestado, es decir, presumiblemente serán diferentes del socio A al socio B. Por tanto, habrá que pensar en cómo equilibrar las posibles distorsiones cognitivas y psicológicas. Una posibilidad es atribuir el valor promedio de las dos respuestas a la familia/pareja.

La media del conjunto de valores encontrados nos permitirá establecer un valor de partida en el momento T°. Por tanto, un seguimiento periódico (semestral, anual) permitiría perfilar la tendencia del grupo, asociación, movimiento o partido político.

El uso del promedio es una práctica estándar en la inferencia estadística. En el caso del iPad, dado que requiere interpretaciones subjetivas sobre el uso del tiempo de cada individuo, el uso del promedio responde a dos necesidades: depurar los datos del sesgo cognitivo que cada uno de nosotros pondría en las respuestas; y dar una idea de cuán alineadas y conscientes están las parejas a las que nos dirigimos. En el primer caso, lo más probable es que cada uno de nosotros nos atribuya más roles y trabajos "domésticos" de los que nuestra pareja realmente reconoce; También será interesante comprender cuántas de estas autoatribuciones se superpondrán, es decir, se autoatribuirán a ambos socios. El otro aspecto, en cambio, está vinculado a cuánto se distancian los individuos del valor medio, es decir, qué tan alineados están los socios en el reconocimiento del papel de los demás.

Un ejemplo práctico

Consideremos que, como resultado de la negociación con la contraparte, hemos acordado un cuestionario con 100 actividades (preguntas) cuyas respuestas (socio A) indican:

-1: 75 respuestas; -0,5: 5 respuestas; 0: 5 respuestas; +0,5: 10 respuestas y +1: 5 respuestas – sin subcontratación

Traducido a porcentajes, queda:

-1: 0,75; -0,5: 0,05; 0: 0,05; +0,5: 0,10; +1: 0,05

Cálculo del IPAD:

(-1)*0,75 + (-0,5)*0,05 + 0*0,05 + (0,5)*0,10 + (1)*0,05 =

-0,75 - 0,025 + 0,05 + 0,05 = -0,675 Valor del IPAD para el socio A

Las respuestas del socio B son:

-1: 55 respuestas; -0,5: 5 respuestas; 0: 20 respuestas; +0,5: 10 respuestas y +1: 10 respuestas – sin subcontratación

Traducido a porcentajes, queda:

-1: 0,55; -0,5: 0,05; 0: 0,20; +0,5: 0,10; +1: 0,10

Cálculo del IPAD:

(-1)*0,55 + (-0,5)*0,05 + 0*0,20 + (0,5)*0,10 + (1)*0,10 =

-0,55 - 0,025 + 0,05 + 0,10 = -0,425 Valor del IPAD para el socio B

El valor promedio para esa pareja sería –(0,675 + 0,425)/2= -0,550

Conclusiones

Como se mencionó anteriormente, el objetivo principal de un índice de este tipo es servir como herramienta de incidencia para promover una mayor igualdad de género desde el ámbito interno y mediante un seguimiento constante.

Los valores calculados en el ejemplo anterior nos servirán como punto de partida en el momento T°. La desviación del valor medio del grupo en su conjunto nos permitirá identificar prioritariamente el socio con el que más es necesario trabajar (si es con la mujer o el hombre que hay que trabajar para que la situación mejore). El IPAD, a partir de las características recogidas con el formulario introductorio y con las distintas dimensiones de cálculo, también permitirá detallar cuáles son, a nivel más específico, las acciones a emprender (por ejemplo: ¿Estrechar o ampliar el perímetro?; ¿Qué temáticas?); ¿Qué área presenta mayor asimetría? y, dentro de cada dimensión, ¿Cuáles son las variables más significativas?). Luego, considerando la posibilidad de tener información sobre el tramo de ingreso al que se pertenece, será posible realizar un análisis más detallado por clase de ingreso, etc.

Luego se medirá el iPad varias veces a lo largo del tiempo, porque estamos convencidos de que lo más interesante es ver cómo (¡y si!) el equilibrio cambia con el tiempo. Por lo tanto, los valores iniciales en T° adquieren todo su significado en el análisis temporal (¿Cómo ha cambiado el valor en T1 y T2 gracias a las acciones específicas implementadas por los líderes de la asociación, movimiento y/o partido?) en lugar de un análisis espacial (comparabilidad en un mismo año entre varias instituciones) que, aunque útil, no representa el meollo del problema que queremos abordar.

Creemos firmemente que un cambio en la esfera doméstica (o reproducción social) es central para construir un mundo diferente y mejor. En una sociedad que ha dado un papel clave a los índices, nos parece que acompañar el lobby trabaja desde abajo, con hombres y mujeres, para un verdadero reparto del tiempo en el ámbito doméstico, para que el hombre asuma su parte de responsabilidad y se libere. aprovechar el tiempo de las mujeres, para cualquier otro uso, es una propuesta interesante para discutir.

Apéndice

Desarrollo del cuestionario

El cuestionario que tenemos en mente se dividirá en dos partes. En la primera parte recogeremos todas las descripciones demográficas socioeconómicas que necesitaremos para perfilar a las familias. En cumplimiento de las normas de privacidad, le haremos preguntas sobre la composición de la unidad familiar (sexo, edad, tamaño); la situación laboral; la situación financiera; una fotografía de la pareja (ej.: duración). En general, en esta primera parte del cuestionario incluiremos todas las variables que necesitamos para responder a las hipótesis de investigación mencionadas en el artículo.

En la segunda parte del cuestionario, en cambio, haremos preguntas relacionadas con los perímetros y las categorías de actividades que se incluirán en ellos. No podemos decir con certeza ahora cuáles serán estas variables, dado que, como se mencionó, estarán sujetas a negociación entre las contrapartes.

A lo largo del cuestionario las preguntas serán cerradas y categóricas. Cerradas porque no queremos dejar espacio a la interpretación de los entrevistados y entrevistadores. De ese modo, además,  la clasificación y el trabajo analítico posterior será más fácil.

Las entrevistas se implementarán cara a cara mediante tabletas para la recopilación de datos. Las entrevistas se realizarán con ambos miembros de la pareja, por separado para reducir la posibilidad de influencia mutua.

La selección de la muestra dependerá del universo muestral y generalmente estará estratificada por categorías de interés.

=

(1) Han participado a este grupo de trabajo: Paolo Groppo, FAO (R), Miembro di Ecofemminismo y Sostenibilidad; Marco D’Errico, FAO Economista; Charlotte Groppo, CIO, Head of Gender Equality, Diversity and Inclusion; Clara Park, FAO Senior Gender officer; Costanza Hermanin, Analista Político, European University Institute, Firenze; Francesca Lazzari, Presidente Fundación Roi; Roberto De Marchi, Agrónomo; Maria Paola Rizzo, FAO Land Tenure expert; Laura Cima, Ecofeminista); Laura Alfonsi-Castelli, Socióloga; Stefania Gtande, Therapist Support Supervisor; Lelio Iapadre, Economist, Forum Disuguaglianze Diversità; Raquel Maestro Salmoral, Socióloga

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