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giovedì 15 settembre 2022

Economía de Francisco (y Clara): se acerca el evento mundial del 22-23-24 de septiembre en Asís

 Nuestra propuesta

 

Alianza Mujer Madre Tierra

"Lo contrario de la pobreza no es la riqueza, sino la justicia". 
João Batista Libânio, sacerdote jesuita

Antecedentes

En mayo de 2019, el Papa Francisco hizo un llamamiento a jóvenes de todo el mundo para construir una nueva agenda económica global. Asumiendo la economía como un asunto de interés colectivo, el Papa quería movilizar a los economistas en un sentido amplio, no en un sentido corporativo y disciplinario, sino incluir a todos aquellos/as que entre investigadores, activistas y empresari@s/emprendedor@s estuvieran dispuestos a reunir diferentes conocimientos y prácticas para promover "una economía diferente, que haga vida y no mate, que incluya y no excluya, que humanice y no deshumanice, que cuide la creación y no la expolie"(1).

Más de 2.000 jóvenes de todo el mundo respondieron a este llamamiento a la solidaridad global y al compromiso con la lucha contra la desigualdad. Divididos en 12 aldeas temáticas(2), empezaron a debatir juntos las características de los sistemas de producción actuales y a explorar diversos ámbitos de intervención para hacerlos más sostenibles en términos económicos, sociales y territoriales. Temas como el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente fueron ampliamente debatidos durante los diálogos organizados para preparar la reunión que debía celebrarse a finales de marzo de 2020.

Lamentablemente, la propagación de la pandemia en todo el mundo impidió que los jóvenes se reunieran físicamente y llevó a los organizadores a posponer el evento a una nueva fecha. La frustración por el aplazamiento del acto presidencial no afectó al espíritu y al compromiso de los/las jóvenes que trabajaron colectivamente para responder a la llamada del Papa. De hecho, hicieron más. Este aplazamiento les dio más tiempo y les permitió convertir lo que iba a ser un debate de tres días en un proceso largo de discusión, intercambio de experiencias, habilidades y conocimientos. Les ayudó a consolidar las relaciones entre ellos/ellas y entre jóvenes economistas de todo el mundo. Finalmente les dio la oportunidad de construir una red de profesionales, preparados/as y atentos/as, así como dispuestos a actuar para el cambio.

Durante estos meses, los/las jóvenes organizaron numerosos seminarios web con expertos, profesores universitarios de alto nivel científico, para debatir juntos e intercambiar opiniones sobre los temas de mayor actualidad. Entre ellas, las organizadas por la Aldea de la Agricultura y la Justicia, una de las más activas. Los /las jóvenes de este grupo escucharon a Paolo Groppo (ex-FAO), a Fritjof Capra (Universidad de Berkley), a Maura Latini (directora general de Coop Italia) y a Carlo Petrini (Slow food Italia). A partir de su diálogo con estos expertos, coincidieron en la urgencia de devolver el reconocimiento social a los/las agricultores/as, especialmente a los/las pequeños/as y en los países del Sur Global, como productores/as de alimentos y custodios del paisaje y de diversos servicios ecosistémicos de regulación, abastecimiento y cultura. 

Los/las jóvenes de este grupo trabajaron entonces intensamente en la elaboración de microproyectos de desarrollo territorial para reducir, al menos localmente, en algunas zonas más rezagadas, los efectos de las disparidades territoriales y sociales.

 

Entre los muchos proyectos desarrollados, como síntesis de las aspiraciones de cambio que emergen de Brasil y de América Latina, uno de ellos, en particular, merece atención: la Alianza Mujer Madre Tierra.

 

Brasil se ha convertido en un punto de referencia en esta construcción, no sólo porque es la segunda delegación más grande, la primera fuera de Europa, sino sobre todo por la estructura social construida alrededor de la iniciativa, rebautizada como Economía de Francisco y Clara (en honor a Santa Clara, para recordar cómo la dimensión femenina es estructural al repensar el futuro del mundo). Más que otros, los/las jóvenes brasileños/as han sido capaces de construir un pensamiento crítico que también abarca la "dimensión femenina de la economía" y una red que, bajo este nombre extendido, ha atraído a jóvenes de otros pueblos y otros países de América del Sur.

 

Alianza Mujer Madre Tierra

 

Desarrollada en el seno de la Aldea Agricultura y Justicia, la Alianza Mujer Madre Tierra constituye una importante agenda para promover el reconocimiento de los derechos de acceso (uso, manejo y herencia) de las mujeres a la tierra, defender sus derechos a los recursos genéticos (3 ) y construir relaciones justas en torno a la producción, el comercio y el consumo de alimentos saludables.

 

Este camino se divide en dos niveles principales: (i) fortalecer la agenda global para defender el derecho a la tierra, la soberanía sobre los recursos genéticos y la superación de las desigualdades que limitan el pleno desarrollo de las capacidades de las mujeres; y (ii) la construcción de alianzas locales para la producción y comercialización de alimentos.

 

Lo global y lo local son, por tanto, modalidades complementarias que deben concretar y, al mismo tiempo, ampliar el horizonte de acción de esta Alianza que quiere ofrecer respuestas concretas a la demanda de Tierra, Techo y Trabajo (4) para las mujeres de la campo, en los bosques y áreas lacustres y marítimas de Brasil y del mundo.

 

Una agenda mundial
 
La desigualdad de género es uno de los mayores obstáculos para el desarrollo sostenible, el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. El Objetivo de Desarrollo Sostenible No. 5 “Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas” definido por la ONU pretende promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, en el ámbito escolar, laboral, familiar. Por ello, quiere dar mayor visibilidad a las mujeres y fomentar su participación en la toma de decisiones políticas a nivel local y nacional, así como eliminar todas las formas de violencia contra ellas y las disparidades económicas. También tiene como objetivo eliminar todas prácticas nocivas para su salud y reconocer y mejorar el trabajo de cuidado y doméstico no remunerado a través de la provisión de servicios públicos, políticas de infraestructura y protección social y la promoción de la responsabilidad compartida dentro de la familia y el nivel nacional. Finalmente, quiere emprender reformas para dar a las mujeres los mismos derechos a los recursos económicos, así como el acceso a la propiedad y control de la tierra y otras formas de propiedad, servicios financieros, herencia y recursos naturales, de conformidad con las leyes nacionales.
 
El proyecto Alianza Mujer Madre Terra se configura, por tanto, como una intervención que puede ayudar a alcanzar este objetivo, con especial atención al empoderamiento de las mujeres y su acceso a la propiedad de la tierra, así como al reconocimiento de su papel económico y social esencial en la vida de las comunidades campesinas locales. Asimismo, se inserta de lleno entre las intervenciones que pueden estimular el debate a nivel internacional y la acción de numerosas instituciones globales.
 
La Alianza Mujer Madre Tierra pretende incluir las diferentes voces provenientes de la base de la Economía de Francisco y Clara para facilitar la articulación de este conjunto de encuentros y foros internacionales. Pretende solicitar intervenciones del Papa Francisco, organizaciones juveniles y sociales sobre los derechos de las mujeres a la tierra y propuestas de cambios en la legislación y políticas públicas para promover de manera efectiva los derechos y capacidades de las mujeres en el desarrollo rural sostenible.

 

Iniciativas locales
 
Esta agenda internacional se acompaña de un conjunto de acciones locales relacionadas con la producción, procesamiento, comercialización, consumo y disposición de los alimentos. Muchas de ellos ya están en marcha y suenan como el anuncio de la construcción de un nuevo sistema agroalimentario. Se basan en la premisa fundamental de acortar los circuitos de comercialización a través de actores en red y soluciones sostenibles y solidarias ya existentes en los territorios, integradas, aumentadas y empujadas hacia nuevas soluciones a partir de la economía de Francesco y Clara.
 
En el caso brasileño, cuatro de ellos merecen ser destacados:
- La primera corresponde a la red que conecta los grupos de producción y consumo de alimentos saludables y pretende involucrar monedas sociales y otras tecnologías sociales enfocadas al desarrollo de las comunidades rurales y urbanas. Buscamos apoyar e incentivar formas de consumo, producción y comercialización consolidadas y aptas para las comunidades.
- La segunda iniciativa se centra en promover el suministro de alimentos en los suburbios urbanos. Para ello, promueve acciones agroecológicas en la periferia y la estructuración de mercados alternativos y puntos de comercialización de alimentos frescos, saludables y de precio justo, siguiendo el ejemplo de las experiencias del Colectivo de Consumo Urbano Rural - Solidaridad Biológica (CRU - SOLO) y del Mutirão do Bem Viver, que opera en 16 estados brasileños.
- La Red Josué de Castro para la seguridad alimentaria y nutricional es la tercera iniciativa de referencia. Fue creada con la participación de los jóvenes de la aldea Agricultura y Justicia para fortalecer y articular discusiones y políticas públicas sobre seguridad y soberanía alimentaria entre la academia, la sociedad civil y los gobiernos de los estados y municipios brasileños.
- Por último, la campaña Educación para una Vida Sostenible se hace eco y potencia la formación en espacios de aprendizaje ya establecidos, como escuelas rurales, comunidades eclesiásticas, juntas de vecinos, universidades, colectivos y movimientos populares que, de alguna manera, ya están transitando caminos para nuevas economías. Las llamadas Casas de Francisco y Clara fortalecen y potencian estas iniciativas, en tanto surgen como espacios de promoción de procesos autogestionarios y formativos. De esta forma, se hacen eco y dan sentido a los principios, valores y actitudes de la Economía de Francisco y Clara como movimiento mundial de jóvenes. Articulado con la Alianza Mujer Madre Tierra, pretenden acoger diversas iniciativas encaminadas a combatir el hambre y la inseguridad alimentaria, a través del conocimiento del aprovechamiento integral de los alimentos, la producción para el autoconsumo en el campo y en las ciudades, y la diversificación de las dietas alimentarias. Las casas de Francesco y Clara nacen como espacios de formación, lugares de vida de donde nacen, planifican e se implementan nuevas economías.

 

Son muchos los frentes de acción de los jóvenes comprometidos en la promoción de la Economía de Francisco y Clara; esta implicación se refleja en las distintas iniciativas que componen la alianza. El llamado del Papa ha dado a luz a una poderosa red de personas con sueños, esperanzas y proyectos comprometidos con la justicia socioambiental y el buen vivir. Reconocer que las personas son parte de un camino de continuidad, que se consolida en la medida en que es asumido por quienes lo abrazan, es parte de la misión de reanimar la economía.
 
¿Por qué esta atención especial a las mujeres?
 
Las mujeres son las principales responsables de promover la soberanía alimentaria. Son ellas quienes realizan la mayor parte del trabajo de protección de las semillas locales, el cultivo de huertas y plantas medicinales, y el manejo de los pequeños animales. A pesar de ello, las mujeres rurales y sus hijos se encuentran entre los segmentos sociales más afectados por el hambre (5).
 
En las ciudades, asimismo, las mujeres enfrentan jornadas dobles o triples de trabajo, compaginando trabajo, cuidado del hogar y familia y estudio, y también son más vulnerables a la inseguridad alimentaria. Especialmente en el Sur global ha crecido el número de familias monoparentales encabezadas por mujeres y un buen número de ellas vive en la periferia de las grandes ciudades, en lugares ubicados en los llamados "desiertos alimentarios", es decir, en lugares donde el acceso a alimentos en la naturaleza o mínimamente procesados ​​es escaso o inexistente.

 

De acuerdo con el Resumen de Indicadores Sociales (SIS) 2019 del IBGE (6), las mujeres tienen más dificultades para ingresar y mantenerse activas, tienen menores ingresos y son más propensas a la informalidad que los hombres. En cuanto a los cuidados, las mujeres dedican alrededor de 21,3 horas semanales a las tareas de cuidado y del hogar, frente a las 10,9 horas de los hombres.
 
Este trabajo cotidiano, base de la producción y reproducción social de las familias y de la sociedad en general, es invisible porque no se monetiza. En otras palabras, las actividades de las mujeres no se reconocen como trabajo. Esta es una de las razones de la mayor incidencia de la pobreza entre las mujeres, especialmente entre las mujeres de color. Según datos del propio SIS/IBGE para 2018, el porcentaje de mujeres negras o mulatas en familias con incidencia de pobreza (7) era del 33,5%, mientras que el 15,6% de los hombres blancos se encontraban en esa condición.
 
En el caso de las mujeres rurales, sucede que el espacio de huertas, patios productivos y manejo de pequeños animales es generalmente entendido como una extensión del espacio doméstico. En consecuencia, incluso el trabajo de las mujeres dedicadas a estas actividades agrícolas no es percibido y contabilizado como tal por sus familias y por las comunidades rurales en general (Jalil, 2009).
 
Otro aspecto relevante se refiere a la forma de producir alimentos y preservar la vida, la sociobiodiversidad y los recursos genéticos. Históricamente excluidas del proceso de modernización agrícola productivista que tuvo lugar en el país en la década de 1970, la llamada revolución verde (8), las mujeres se han convertido en las principales guardianas de las semillas locales y de las técnicas de producción tradicionales que conviven en armonía con el medio ambiente.
 
El aporte de las mujeres rurales, por tanto, va más allá de la promoción de la soberanía alimentaria y se extiende también a la soberanía hídrica y energética, y en particular a la conservación de los recursos genéticos de los territorios.

 

Por lo tanto, aunque producen alimentos y salud y contribuyen efectivamente a la conservación del medio ambiente, el papel de la mujer es relegado y silenciado social, económica y políticamente. La violencia del silencio de las mujeres convive con otras formas de violencia que las golpean todos los días.
 
Las barreras de acceso a la tierra y a los factores de producción y comercialización se encuentran entre las principales razones de la posición subordinada de las mujeres en nuestras sociedades. En varios países del Sur global, el acceso a la tierra es un derecho negado formalmente a las mujeres. En países donde las mujeres pueden poseer tierras legalmente, la propiedad se ve sistemáticamente obstaculizada por tradiciones, costumbres y prácticas de producción.
 
Los problemas van desde dificultades para obtener crédito para la producción y compra de tierras; discriminación contra las mujeres jóvenes en la herencia; catastros y políticas públicas de acceso a la tierra que a menudo ignoran a las mujeres como propietarias en caso de reforma agraria y otras intervenciones para apoyar la compra de tierras. En cuanto al crédito, cabe señalar que a nivel mundial se estima que las mujeres reciben solo el 1% del total de los préstamos agrícolas (Fraser, 2009). Este es un círculo vicioso, ya que a menudo se exigen títulos de propiedad como garantía para obtener crédito, un factor que excluye a la mayoría de las mujeres.
 
En el caso de Brasil, los datos del censo agropecuario del IBGE de 2017 mostraron que las mujeres representan solo el 18,7% de los productores rurales. A pesar de haber registrado un aumento significativo frente al 12,6% representado en el Censo anterior de 2006, sólo manejan 947.000 de los más de 5 millones de fincas del país.
 
Otro aspecto de la desigualdad se manifiesta en relación a la cantidad de tierra controlada por mujeres (en Brasil): aproximadamente 30 millones de hectáreas, equivalentes al 8,5% del área total de las propiedades agrícolas del país. Los datos también confirman que cuanto mayor es el tamaño de las fincas, menor es la participación de las mujeres y viceversa. Pero las mujeres son el doble que los hombres en fincas de menos de 1 hectárea.

 

Esta realidad patriarcal también afecta las condiciones de sucesión rural. Se habla mucho de las dificultades de mantener a la juventud rural en el campo. Las mujeres jóvenes enfrentan dificultades aún mayores que los hombres, debido a una serie de prejuicios por parte de los padres y hermanos, que se extienden a toda la sociedad. Baste recordar que solo el 1,3% del total de productores rurales son hombres menores de 25 años, mientras que las mujeres del mismo grupo de edad corresponden al 0,3% de los productores. En general, sus propiedades también sufren menos acceso al agua y maquinaria agrícola. Al respecto, cabe señalar que las mujeres conducen solo el 14,7% de las fincas con vehículos; 5,7% con herramientas y maquinaria; 5,6% con tractores.
 
Un último aspecto a destacar es la presencia de mujeres en las cooperativas. Debido a la doble o triple jornada laboral, las mujeres tienen menos tiempo para dedicarse a actividades comunitarias y políticas. Los prejuicios y la violencia que enfrentan en los espacios de toma de decisiones, como las juntas directivas de asociaciones y cooperativas, se suman a la falta de tiempo y contribuyen a que solo el 5,3% de las productoras rurales brasileñas estén vinculados a alguna forma de cooperativa en zonas rurales.
 
La gran Alianza por la vida de las mujeres y el planeta
 
La Alianza Mujer Madre Tierra es una forma de garantizar la soberanía alimentaria y superar las desigualdades que históricamente han aquejado la vida de las mujeres, especialmente de las mujeres del campo, bosques y lagos y espacios marítimos. Esto porque indica un camino viable para garantizar la soberanía de las mujeres sobre la alimentación y los recursos genéticos mediante la promoción del acceso a la tierra y la construcción de relaciones justas en torno a la producción, el comercio y el consumo de alimentos.
 
La fuerza y la voluntad de los jóvenes de la Economía de Francisco y Clara y de muchos otros que habrán de unirse a ellos está en el cuestionamiento del sistema actual y en la capacidad de idealizar y articular los esfuerzos globales y locales para revertir las desigualdades históricas y estructurales que afectan a la vida de las mujeres y que repercuten en todos los habitantes de la Casa Común.

 

Bajo el liderazgo del Papa Francisco, respondiendo a su llamado, este enorme desafío tiene un gran potencial. Sin duda, deberá ser fortalecido por una amplia gama de fuerzas nacionales e internacionales, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil para convertir este sueño en realidad: implementar políticas y legislación y promover prácticas locales que se centren en las mujeres del mundo rural, promoviendo una agricultura sostenible. los sistemas alimentarios y la soberanía alimentaria de los territorios y países.
 
Las dos encíclicas sociales del Magisterio de Francisco nos recuerdan que, en el camino de hacer una economía del cuidado justa, democrática y participativa, debemos contar con el apoyo de estos/as agentes de transformación. Los compromisos establecidos con los actores de las periferias globales comenzaron en 2014, cuando representantes de los Movimientos Populares Mundiales (incluidos los movimientos por las nuevas economías) se reunieron con Francisco y acordaron una agenda comprometida con la consolidación de los pilares: Tierra, Techo. y Trabajo (9).
 
La Alianza Mujer Madre Tierra busca fortalecer estos compromisos, a pocos años del inicio del camino, en un momento que hoy parece maduro para una mayor consolidación.
 
Autores/as:
 
Andrei Thomaz Oss-Emer, Magíster en Filosofía de la Universidad Federal de Pelotas, docente de la Escuela de São Francisco de Assis, red educativa SCALIFRA-ZN.
Lea Vidigal, licenciada en Derecho por la Universidad de Sao Paulo, Maestría y Doctorado en Derecho Económico por la Universidad de Sao Paulo.
Lilian de Pelegrini Elias, licenciada en Economía por la Universidad Federal de Santa Catarina, Maestra y Doctora en Desarrollo Económico por la Universidad Estadual de Campinas.
Luiza Dulci, licenciada en Economía por la Universidad Federal de Minas Gerais, Maestría en Sociología por la Universidad Federal de Rio de Janeiro y estudiante de doctorado en Ciencias Sociales, Desarrollo y Agricultura de la Universidad Federal Rural de Rio de Janeiro
Valentina Cattivelli, Doctora en Economía y Gestión de los Sistemas Agrícolas de la Universita 'Cattolica Piacenza-Milán, investigadora en agricultura social y horticultura urbana. Coordinador de la Aldea Agricultura y Justicia (Economía de Francesco)
Elisabetta Basile DPhil (Universidad de Oxford), ex Profesora Titular de Economía del Desarrollo, Facultad de Economía, Universidad Sapienza de Roma, miembro sénior de la Aldea de Agricultura y Justicia (Economía de Francesco). Último libro publicado Building Development Studies in the New Millennium, Palgrave / Macmillan, Basingstoke (coeditado con Isa Baud, 2019).
Paolo Groppo, Oficial (R) del Servicio de Regímenes de Tierras de la FAO, miembro del Equipo Superior de Agricultura y Justicia de la Aldea (Economía de Francesco). Último libro publicado: La crisis agraria y ecogenética explicada a los no especialistas (Meltemi, 2020)
 
 
Referencias bibliográficas
 
Políticas de alimentación. Desiertos de comida. Dakota del Sur. Disponible en este enlace: https://alimentandopoliticas.org.br/wp-content/uploads/2019/03/Desertos-Alimentares.pdf
Fraser, Arabela. Utilizar la agricultura para el desarrollo. Informe de investigación de Oxfam. Londres: Oxfam International, 2009. Disponible en este enlace: https://www.researchgate.net/publication/242098882_Harnessing_Agriculture_for_Development
Jalil, Laetícia Medeiros. Mujeres y soberanía alimentaria: la lucha por la transformación del medio rural brasileño. 2009. 197p. Disertación (Maestría en Ciencias Sociales). Instituto de Ciencias Sociales y Humanas. Universidad Federal Rural de Río de Janeiro.
Resumen de indicadores sociales. Un análisis de las condiciones de vida de la población brasileña: 2019. IBGE - Coordinación de indicadores demográficos y sociales. Río de Janeiro: IBGE, 2019.
Disponible en este enlace: https://bibuxelles.ibge.gov.br/visualizacao/livros/liv101678.pdf

 

Notas
(1) http://www.vatican.va/content/francesco/it/letters/2019/documents/papa-francesco_20190501_giovani-imprese.html
(2) Entre marzo y noviembre de 2020, los 2.000 jóvenes economistas trabajaron en 12 aldeas temáticas diferentes. Deliberadamente provocativos, los títulos de los pueblos despiertan interés y estimulan "pensar fuera de la caja". De hecho, se basan en la yuxtaposición de dos términos que en el sentido actual del lenguaje económico adquieren significados opuestos, pero aparecen complementarios en la perspectiva de Economía de Francesco: Management & Gift; Finanzas y Humanidades; trabajo y cuidados; Agricultura y Justicia; energía y pobreza; Negocios y Paz; Mujeres por la Economía; CO2 de Desigualdades; Vocación y Beneficio; Negocios en Transición; vida y estilo de vida; y Políticas y Felicidad.
(3) Según lo exige el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura.
(4) https://www.vaticannews.va/pt/vaticano/news/2020-10/argentina-terra-teto-trabalho-papa-francisco-fratelli-tutti.html
(5) Según datos de la FAO (FAO, 1996), en muchos países africanos las mujeres representan el 70% del trabajo de campo; son responsables de proveer el 90% del suministro doméstico de agua y del 60 al 80% de la producción de alimentos consumidos y vendidos por la familia. El trabajo de las mujeres equivale al 100% del procesamiento de alimentos, el 80% de las actividades de almacenamiento y transporte de alimentos y el 90% de la preparación del suelo antes de la siembra. Estas cifras demuestran el papel crucial que juegan las mujeres africanas en la producción agrícola a pequeña escala y en el mantenimiento de los medios de vida de sus familias (Vivas, 2020)
(6) https://www.ibge.gov.br/estatisticas/sociais/saude/9221-sintese-de-indicadores-sociais.html
(7) Ingreso familiar per cápita inferior a USD 5,50 PPA por día
(8) http://dspace.unive.it/bitstream/handle/10579/13874/847781-1224078.pdf?sequence=2
(9) http://www.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2014/october/documents/papa-francesco_20141028_incontro-morld-movimenti-popolari.html

 

 

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