Esfera doméstica y esfera pública
Paolo Groppo, Laura Cima, Marco D’Errico
Carole Pateman resumió el tema así: «La dicotomía entre lo privado y lo público es central en casi dos siglos de escritura feminista y lucha política; es, en última instancia, la esencia del movimiento feminista».[1] En la década de 1970, a partir del grupo Lotta Femminista de Padua, surgieron importantes líneas de investigación sobre este tema. La primera, de Mariarosa Dalla Costa, integrada por Selma James y Silvia Federici, introdujo las nociones de trabajo doméstico y reproducción social[2], cuestionando la postura marxista según la cual el trabajo doméstico no era «productivo». De ahí surgió la campaña por el salario doméstico, que sigue vigente hasta la actualidad.[3] Otra línea de pensamiento fue desarrollada por Antonella Picchio quien, partiendo de la misma base —es decir, la importancia del trabajo de cuidados no remunerado realizado por la mayoría de las mujeres— y compartiendo las mismas críticas planteadas por Dalla Costa contra la izquierda (de la que provenían) que "nunca ha comprendido la importancia social del trabajo no remunerado y ha desviado la mirada de todo lo que no es trabajo remunerado", colocó en el centro de sus reflexiones una visión del sistema económico capaz de contener tanto el proceso de producción capitalista como el proceso de reproducción social de la población.
En la Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Pekín en 1995, Picchio propuso incluir el trabajo doméstico en el PIB nacional, destacando así su importancia. Desde su perspectiva, de gran relevancia hoy en día, la conciliación de las condiciones de vida y el trabajo remunerado no es un asunto de mujeres, sino un problema del sistema productivo en su conjunto.[4] Por ello, para que las políticas de igualdad de oportunidades sean eficaces, deben implicar un cambio en las reglas y relaciones fundamentales que estructuran el mercado laboral en general, en cuanto a tiempo, espacio, adecuación salarial, estrés y seguridad.[5]
A partir de trabajos previos,[6] junto con un grupo mixto de personas de diversos orígenes, hemos promovido una reflexión que se alinea con las propuestas de Picchio: un cambio en las relaciones entre hombres y mujeres en el ámbito doméstico, para garantizar que estas últimas asuman su parte de tareas, liberando así el tiempo de las mujeres. Una reflexión, por tanto, no centrada en el valor del trabajo no remunerado en la reproducción del sistema capitalista, sino en la cuestión del tiempo, que debe distribuirse de forma diferente y más equitativa.
Sobre esta base, considerando toda una serie de tareas necesarias para el sostenimiento de una pareja/familia, hemos desarrollado una propuesta para un Índice de Igualdad Doméstica (IPAD). Este índice está diseñado inicialmente para un público limitado: grupos, asociaciones y/o movimientos que expresan posiciones públicas a favor de la igualdad de género. El IPAD destacará la coherencia entre el discurso, las palabras y las acciones concretas que se llevan a cabo en su seno, para impulsar un proceso de cambio hacia la verdadera igualdad. Sin embargo, para alcanzar su valor real y compartido, es esencial que las partes con las que trabajamos se involucren y asuman un papel protagónico en su construcción y posterior seguimiento, de modo que el IPAD se convierta en su herramienta y demuestre cómo su valor mejora con el tiempo. De hecho, el IPAD servirá, inicialmente (T°), para visibilizar el verdadero equilibrio de poder dentro de las parejas/familias y, en consecuencia, qué y cuánto esfuerzo se requiere para alinear el discurso público con las prácticas internas concretas. El propósito del diálogo y la negociación iniciales será aumentar la conciencia explícita sobre cuántas actividades son necesarias para mantener unida a una pareja/familia, de modo que aumente la voluntad personal de las partes menos involucradas.
El marco conceptual que proponemos se organiza en torno a tres perímetros:
Un perímetro específico: que contiene las actividades principales de las tareas domésticas.
Un perímetro intermedio: a la primera lista se añaden aquellas que es más probable que realicemos por puro placer y, por lo tanto, que duren más de lo estrictamente necesario.
Un perímetro extendido: a las dos primeras se añaden los tiempos de desplazamiento, los viajes en coche y, por ejemplo, pasear al perro.
A este marco básico, añadimos la carga mental, tal como se describe en el trabajo de Ana Catalano Weeks[7]. Para cada perímetro, se propondrán dimensiones iniciales (áreas temáticas), seguidas de variables específicas (ejemplo: dimensión: Tareas domésticas; variables: Cocinar, Limpiar, Lavandería, etc.).
En cuanto a la ponderación de las distintas actividades, hemos optado por asignarles a todas el mismo peso, sin distinguir entre actividades más o menos costosas, más o menos agotadoras o que requieren más o menos tiempo. A partir de una lista indicativa que se completará mediante negociación inicial entre las partes, obtenemos un total de X actividades, a las que se les asigna un valor de -1 si las realiza solo el socio A; -0,5 si las realiza principalmente el socio A; 0 si las realizan por igual tanto los socios A como B; +0,5 si las realiza principalmente el socio B; y +1 si las realiza únicamente el socio B. Para las entrevistas, utilizaremos una muestra estadísticamente representativa de la población del estudio.
El promedio del conjunto de valores encontrados nos permitirá establecer un valor inicial en el momento T°. El uso del promedio es una práctica habitual en la inferencia estadística. En el caso del IPAD, dado que requiere interpretaciones subjetivas del uso del tiempo de cada individuo, su uso satisface dos necesidades: depurar los datos del sesgo cognitivo que cada uno de nosotros aplicaría a sus respuestas; y proporcionar una idea del grado de alineación y consciencia de las parejas a las que nos dirigimos. El IPAD se medirá entonces varias veces a lo largo del tiempo, ya que lo más interesante es observar cómo cambia el equilibrio. Por lo tanto, los valores iniciales en T° adquieren plena relevancia en el seguimiento periódico (¿cómo ha cambiado el valor en T1 y T2 gracias a las acciones específicas implementadas por los líderes de la asociación, movimiento o partido?) más que en el análisis espacial (comparabilidad dentro del mismo año entre diversas instituciones), que no es el núcleo del problema que pretendemos abordar.
En una sociedad que ha otorgado un papel fundamental a los índices, creemos que apoyar la presión popular, con la participación de hombres y mujeres, para un auténtico reparto del tiempo en el ámbito doméstico, de manera que los hombres puedan asumir su parte de responsabilidad y liberar el tiempo de las mujeres para cualquier otro uso, es una propuesta interesante que merece la pena debatir.
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[1] Pateman, C. 1983. Feminist Critiques of the Public/Private Dichotomy, in S.I. Benn - G.F. Gauss (edd), Public and Private in Social Life, Kent 1983
[2] Daniela A.; Stagno, Ch. 2021. Lo chiamano amore, noi lo chiamiamo lavoro non pagato In: Contratto o rivoluzione! L’Autunno caldo tra operaismo e storiografia[online]. Torino: Accademia University Press
[3] Rosa, K. S. 2022. The Wages for Housework Campaign is As Relevant As Ever. Novara media
[4] Picchio, A. 2003. Political economy and a life research. Salute Mentale Donna - http://www.salutementaledonna.it/09_2003_reversibita_HTM_file/Picchio_ita.pdf (accesso 17 gennaio 2024)
[5] Picchio, Ibid.
[6] Groppo, P., Cangelosi, E., Siliprandi, E. Groppo, Ch., (prefazione di Laura Cima), 2023. Quando Eva bussa alla porta – Donne, terre e diritti. Ombre Corte, Verona
[7] Weeks, A. C., 2022. The Political Consequences of the Mental Load
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