La joven de Chiclayo la conocimos en el sur de Chile, trabajando como empleada en una casona de una alemana fatal donde se arrendaban cuartos.
Nos fuimos allí por ser un lugar de descanso, poco taquillero, con una costanera muy larga que te invita, à default de bañarse, a realizar largas caminatas como le gusta a mi compadre Tico, Hernán Mora. El pueblo es dividido en dos, paradigma inverso de lo que siempre se dice en Chile: los de arriba y los de abajo. Aqui resulta que los de abajo son los (un poco) mas ricos y los de arriba los que deben tomarse el bus para bajar a la playa costera.
La joven de Chiclayo llegó hace poco, trayendo probablemente consigo la antigua sabiduría de su pueblo Wari. Sus ojos negros y su mirada franca deben haber hecho el mismo efecto a la alemana fatal que nos hicieron a nosotros desde el primer dia: inspirar confianza. Consiguió su pega hace solo un mes, comienzo de verano, así que todavía no sabe lo que le va a tocar en el invierno, siempre y cuando haya bastante trabajo para quedarse.
Podemos imaginarla en su afán cotidiano, desde comienzo de la tarde cuando empieza a preparar los dulces que nos sirve al café en la mañana. Eso es algo raro, porque por lo general no son las sirvientas que hacen los queques, sino una cocinera o la misma dueña. Aqui no, es la joven Ana Maria, de su nombre occidentalizado, que los prepara con pasión y con aquel toque de clase que anuncia resultados interesantes.
No le hemos preguntado mucho sobre sus orígenes, así que nos gusta pensarlos y escribirlos como nos dé la gana. Los hoteles y las casonas funcionan todas en una economia de internet, reservas, pagos (no siempre para decir la verdad) y otras funciones, así que es probable que la búsqueda de una muchacha para ayudar en lo cotidiano haya sido postada allí y que Ana Maria haya contestado al tiro. Sin embargo podemos pensar algo distinto, mas en linea con la fuerza motriz que esos ojos inspiraban: que haya sido ella a ir buscando en internet, gracias a un/a amigo/a que le indicaba como hacerlo, hasta encontrar ofertas de trabajo de verano en el sur del país. Allí, la mirada comparada de las distintas casonas y/o hoteles habría llevado la joven a candidatearse para esta casona por la cantidad de flores que hay, el viejo perro sentado en las afueras y, esperamos para ella, por el sueldo ofrecido.
Sus calidades culinarias le deben venir de una abuelita que, mas allá de los platos tradicionales como el cebiche de chinguirito, el sudado de conchitas, el cabrito a la chiclayana con ese zapallo precolombino que allí llaman de “loche”, le debe haber aprendido unos dulces básicos. De allí que el encuentro de culturas que se provocò entre la alemana fatal, la joven Wari y la cocinera Mapuche debe haber dado frutos inesperados y apreciados. Los kuchen que comimos allí valieron, por solo ellos, el viaje.
Lo complicado, y donde el pragmatismo de la joven Wari demostró toda su valía, ha sido la organización del desayuno tal cual arreglado por la alemana fatal: siendo nosotros cuatros personas, una mesa dedicada había sido preparada para nosotros, al igual que para los demás huéspedes, y solo cuando los integrantes estaban todos presentes teníamos derecho a un primer café. Antes que el cuarteto Cedron estuviese armado, zero, nada, Keine cafe, Entschuldigen Sie die Unannehmlichkeiten.
Mi esposa y compañera de unos largos 30 añitos, le encanta despertarse temprano para su primer pucho del día y, como dicen todos fumadores, no hay nada mejor que un cigarro junto con un café. Al faltar el café, el dia empezaba mal. Por eso que tuvimos que recorrer a la maestria de Ana Maria para que, después haber entendido que no se trataba de romper la regla numero uno de la casona (desayuno es cuando todos están sentados), sino solamente de hecharle un poco de agua caliente con unas cucharitas de Nescafé y de leche, se resolviera el problemita y sin que la alemana fatal sepa algo. El código era de ir a tocarle la puerta de la cocina, donde ella estaba preparando todo, y con eso la taza de café habría aparecido.
La sonrisa de la joven Wari también la hemos llevada con nosotros. Una sonrisa plena, natural, que le venia de adentro. Siempre lista para adelantar las inevitables preguntas de turistas ajenos a la región como nosotros, podemos imaginarla inventando historietas para darle mas volumen a ese territorio que se parece un poco frío. Una vez más me imagino la abuelita haberse encargado de contarle sus historias nativas, mientras su mamá se mataba a la pega en las casas de los ricos Chiclayense. Historias de pájaros mágicos, de poemas futuristas al estilo del ruso Mayakovsky: “Cielo en llamas alma herida - fragor de mundo destruido -donde esta tu amor. En mi cuerpo hendido - ese clamor de mundo - desaparecido …”
Frutillar, tierra de luteranos, tiene sus iglesias allí al lado, control social continuo que ejerce este mundo falsamente supranatural. La pobre Ana Maria no es luterana, así que la pensamos el domingo temprano pedirle permiso a su jefa para poder salir, tomarse un bus y subir hasta Frutillar alto, donde hay una iglesia Católica, de aquellos conquistadores que tantos de sus antepasados han matado. Llegará el dia que, saliendo de la función dominical, Ana Maria encontrará un (o una? quien sabe) chileno o de otra nacionalidad, uno de estos tantos mochileros que viajan al sur con dos pesos en el bolsillo, tantos sueños y ganas de vivir, y le contará que existe un mundo mas allá de la iglesia, cualquiera esas sean, que si es bueno venirse de Chiclayo para trabajar, también un dia el (o ella) la llevara a conocer el mundo por el gusto de conocerlo, y podrán vivir juntos vendiendo sus queques y contando historias y poesías que el (o la) compañero/a pondrá en musica y las cantará con la guitarra que siempre lleva consigo.
Su jefa quizás no estará feliz de perder una ayuda de esta caratura o, al revés, puede ser que sì, contenta de ver esta flor joven despegar e irse a vivir sus sueños lejanos.
La alemana fatal nos saludó cuando nos fuimos, nos regalò un jarro de su miel, y nos contò ser en realidad de antigua origen italiana, de Trento. Amen.
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