Cincuenta años de vida en estas tierras llenaron mi cabeza de historias. Yo podría contar cada noche del resto d emi vida una historia distinta, y no habré terminado cuando suena la hora de mi muerte. Muchos saben relatos fingidos y aventuras soñadas, pero las que yo sé son historias reales. Mi vida es como el hilo que va enlazando perlas, como el indio que veo animando al metal en ranas y libélulas, en collares de pájaros, en grillos y murciélagos dorados. Tengo historias de eprlas y de esmeraldas. [...]
Ahora quiero contar sólo una: la historia de aquel hombre que libró cinco guerras antes de cumplir los treinta años y de la hermosa mestiza que hizo paledecer de amor a un ejército. Es la historia asombrosa del hombre que fue asesinado diez veces, y del tirano cuyo cuerpo fue dividido en diez partes. Y tal vez pueda entonces enlazar las historias, une detrás de otra como un collar de perlas, y anudar en su curso una leyenda de estas tierras, la memoria perdida de un amigo muerto, los desconciertos de mi propia vida, y una fracción de lo que cuenta el río sin cesar a los árboles. Contar cómo ocurrió todo desde el momento en que el hombre amamantado por la cerda abandonó la isla de las salamandras para ir a saquear un país de niebla, hasta el momento de crueldad y de alivio en que la cabeza triste del tirano se ennegreció en la jaula.
martedì 16 marzo 2010
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